La sífilis ocular, una manifestación poco frecuente pero potencialmente grave de la infección por Treponema pallidum, vuelve a llamar la atención de la comunidad médica tras el reciente reporte de un caso de panuveítis sifilítica con notable recuperación visual gracias a un tratamiento agresivo y precoz.
Se trata de un hombre de 52 años con antecedentes de promiscuidad sexual que acudió a consulta por una pérdida de visión progresiva en ambos ojos durante el último mes. A su llegada, presentaba una agudeza visual severamente comprometida: apenas percepción y proyección de luz en el ojo derecho y 20/630 en el izquierdo.
El examen oftalmológico confirmó un cuadro complejo de panuveítis no granulomatosa asociado a vitritis, coriorretinitis, vasculitis retiniana y papilitis. Las pruebas serológicas resultaron positivas para Treponema pallidum, confirmando el origen sifilítico de la afectación ocular. El paciente fue negativo para el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), un dato relevante dado que la coinfección puede agravar el pronóstico.
Tratamiento intensivo y evolución favorable
El equipo médico instauró de inmediato el tratamiento recomendado para sífilis ocular: penicilina G acuosa intravenosa acompañada de metilprednisolona sistémica durante siete días.
Posteriormente, el esquema se completó con cinco dosis semanales de penicilina G benzatina por vía intramuscular. A ello se sumó una terapia tópica con antibiótico-corticoide, atropina y gotas de bromfenaco.
Dos meses después del inicio del tratamiento, y ante una respuesta parcial en el ojo derecho, se administró una inyección periocular de metilprednisolona. La evolución fue notable: tras aproximadamente 14 semanas de seguimiento, el paciente alcanzó una agudeza visual final de 20/25 en el ojo derecho y 20/20 en el izquierdo, una recuperación considerada excepcional en cuadros tan severos.
El caso reafirma que el diagnóstico serológico temprano y la instauración inmediata del tratamiento antibiótico pueden revertir daños visuales que, en etapas avanzadas o no tratadas, suelen ser irreversibles.
Este informe se suma a la evidencia que destaca la necesidad de reforzar el cribado de infecciones de transmisión sexual y promover la consulta temprana ante cualquier síntoma ocular inusual, especialmente en personas con factores de riesgo.
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