Un estudio regional revela que la migraña afecta de forma abrumadora a mujeres en edad productiva, con altos niveles de dolor, frustración y falta de acceso a tratamiento.
“Las soluciones efectivas requieren la colaboración de profesionales de la salud, responsables de políticas públicas, aseguradoras y organizaciones de pacientes”, concluye el informe Migraña en América Latina: la experiencia del paciente, elaborado por la America Health Foundation, que entrevistó a más de 2.000 personas en siete países de la región.
El estudio halló que el 93 % de las personas encuestadas eran mujeres, lo que confirma una feminización alarmante de la migraña en América Latina. En países como Brasil, Chile y Costa Rica, la proporción supera el 95 %, mientras que en México alcanza el 75 %.
Además, el 28 % de las pacientes padece migraña crónica, con más de 15 días de dolor al mes, y casi la mitad reportó crisis que duran más de 24 horas. El impacto psicológico es notable: el 70 % sufre frustración o ira frecuentes, el 57 % experimenta síntomas depresivos y el 69 % siente que su entorno no comprende la gravedad de su condición.
Aunque la mayoría cuenta con un diagnóstico formal, tres de cada diez mujeres esperaron más de cinco años para obtenerlo, y muchas fueron inicialmente mal diagnosticadas con estrés o sinusitis. El acceso a especialistas sigue siendo limitado: solo el 3 % considera adecuados los recursos del sistema de salud, y el 61 % describe los tratamientos como costosos o inalcanzables.
El informe también advierte sobre el costo social y económico del trastorno: las pacientes reportan ausentismo laboral, pérdida de productividad y un impacto profundo en la vida familiar y emocional. “La migraña no es solo un dolor de cabeza, es una enfermedad neurológica discapacitante que afecta el bienestar integral de las mujeres”, señalaron los investigadores.
Para los expertos, la prioridad regional debe ser educar, diagnosticar y tratar de manera temprana, integrando estrategias de salud pública con enfoque de género. Solo así podrá reducirse la brecha entre la magnitud del problema y la escasa respuesta sanitaria actual.
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