Por la Dra. Maricelly Santiago Ortiz, científica y comunicadora en Salud
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el término adherencia terapéutica o clínica como “el grado en que la conducta de un paciente, en relación con la toma de medicación, el seguimiento de una dieta o la modificación de los hábitos de vida se ajusta a las recomendaciones acordadas con el profesional sanitario”. En otras palabras, la adherencia clínica es esa serie de conductas y el conocimiento pleno que tiene un paciente para tomar buenas decisiones a su favor y terminar exitosamente el tratamiento terapéutico oncológico.
Sin embargo, la adherencia clínica a un tratamiento es una tarea de todos los que rodean y asisten al paciente diagnosticado y no solamente del paciente en sí. Debe de existir un espacio de apertura y de diálogo lleno confianza y entendimiento entre todas las partes involucradas para que la comunicación se pueda dar de manera efectiva y acertada. De esta manera, alcanzamos que un paciente diagnosticado con cáncer se sienta empoderado y dirigido a cumplir con seguridad su tratamiento. Es de suma importancia que esto ocurra y que el paciente tenga la certeza de cada paso de su tratamiento.
Reconocemos que cuando un paciente con cáncer, está en tratamiento, está rodeado de un equipo variado y multidisciplinario. Tanto el médico, enfermero, farmacéutico, terapistas y familiares del paciente se vuelven un eslabón bien importante para que la comunicación sea de una excelencia. Si la comunicación es una de excelencia, se logra que la adherencia clínica tome el puesto y el lugar que le corresponde en el paciente oncológico.
No obstante, existen barreras lingüísticas, económicas o sociales que en ocasiones dificultan que la comunicación entre el equipo multidisciplinario y el paciente se pueda llevar a cabo de una manera exitosa. Principalmente, el lenguaje y la manera en que abordamos la comunicación con el paciente desde el primer día del diagnóstico se vuelve primordial para lograr que el paciente y su familia entiendan el proceso que están atravesando.
El idioma y la manera en que nos comunicamos nos genera un sentido de empatía y confianza con nuestro especialista de salud. Es por eso que es de suma importancia que se le recomienda al paciente antes de su cita médica, prepararse para la misma y pueda escribir en una libreta o cuaderno todas las preguntas relacionadas a su tratamiento, progreso de la enfermedad y decisiones a tomar. En caso, de que el paciente no pueda hacerlo, el cuidador es la persona indicada para hacer esta tarea. Se vuelve de igual importancia, nuevamente, la preferencia del idioma que el paciente se sienta más cómodo (a). El idioma o lenguaje de preferencia debe ser escogido por el paciente, de lo contrario se puede tornar en una barrera que no permita que el paciente y su especialista se puedan comunicar correctamente en temas sensibles de la condición del paciente.
De no poder coincidir el lenguaje, el paciente de igual forma, tiene derecho a solicitar un intérprete profesional que pueda asistir en el proceso. El comunicar no solamente es hablar o dialogar con el paciente de cáncer, es la herramienta más importante que sostiene la conversación de la vida de un paciente. La comunicación genera cautela, confianza y compromiso; valores muy importantes para que un paciente entienda su condición, sea portavoz de la misma y termine su tratamiento. Al final de estos casos, lo que se busca es que el paciente nunca se quede con dudas de diagnóstico, tenga alternativas disponibles y pueda ser exitoso en el progreso y sanación de su enfermedad. El tono y la empatía con la que tratamos nuestro público oncológico es vital, porque los mismos tocan sus emociones y los refuerza a seguir hacia adelante. Dicho esto, podemos atemperar una comunicación de excelencia con el número de sobrevivientes de cáncer que existe en PR. Al momento, según el Registro Central de Cáncer de Puerto Rico, contamos con más de 74,000 sobrevivientes en nuestra isla.