En la era de TikTok, Instagram y otras plataformas de videos virales, las modas relacionadas con salud y belleza se propagan más rápido que nunca. Algunas resultan ser inofensivas o incluso beneficiosas, pero otras cruzan límites peligrosos. La más reciente y preocupante: el uso de heces humanas como mascarilla facial.
Sí, aunque parezca una broma de mal gusto, algunas personas están aplicando sus propias heces en la cara como parte de una rutina de cuidado de la piel. Esta extraña práctica ha sido difundida por figuras influyentes en redes sociales como la influencer Debora Peixoto, quien asegura que su «mascarilla de excremento» le ayudó a combatir la descamación facial. En su video viral, se le ve aplicando sus propias heces en la cara, sosteniéndose la nariz con una pinza para evitar el olor.
Este tipo de contenido, aunque sensacionalista, no es tan raro en el universo de las redes sociales, donde también han circulado tendencias como mascarillas con sangre menstrual, uso de cera caliente sobre la piel o trucos de belleza basados en mitos sin evidencia médica. Lo preocupante no es solo lo extraño de estas prácticas, sino el peligro real que pueden representar para la salud.
¿Tiene algún fundamento esta moda? La confusión con la ciencia real
Una posible explicación de esta tendencia viene del malentendido de ciertos tratamientos médicos legítimos. En el ámbito médico, los trasplantes fecales se han utilizado con éxito para tratar infecciones intestinales graves, como el Clostridioides difficile, restaurando un equilibrio saludable de bacterias en el intestino. Este procedimiento se realiza bajo estrictas condiciones médicas, y nada tiene que ver con aplicarse excremento en la piel.
La piel y el intestino son órganos con funciones y entornos completamente distintos. Mientras que el intestino está diseñado para albergar ciertos tipos de bacterias, la piel tiene su propio ecosistema microbiano y no está preparada para recibir el contacto directo con material fecal.
También existe una referencia histórica relacionada con los llamados “faciales de geisha”, que utilizaban excremento de aves (particularmente de ruiseñor) en rituales tradicionales japoneses de belleza. A diferencia del uso de heces humanas, el excremento de aves era secado, desinfectado y mezclado con otros ingredientes antes de aplicarse, con el objetivo de aclarar la piel o reducir la apariencia de poros. Sin embargo, incluso estos procedimientos están lejos de ser parte de la dermatología moderna basada en evidencia científica.
Riesgos reales y la importancia de educar con ciencia
Expertos en dermatología advierten que esta práctica es no solo ineficaz, sino peligrosa. La Dra. Hannah Kopelman, dermatóloga especializada, lo expresa con claridad:
“No puedo enfatizar lo suficiente lo peligroso y equivocado que es esto. El excremento está lleno de bacterias, virus y otros patógenos que pueden causar infecciones graves al aplicarse en la piel.”
Estas infecciones pueden ir desde irritaciones leves hasta enfermedades cutáneas severas. Quienes padecen de afecciones como acné, rosácea, dermatitis o incluso cortes pequeños en la piel, corren un riesgo aún mayor, ya que sus barreras cutáneas están comprometidas.
De lo absurdo a lo alarmante — una nueva tendencia en redes sociales
El Dr. Shayan Cheraghlou, otro especialista en dermatología, añade que aunque hay investigaciones científicas sobre la microbiota intestinal y los trasplantes fecales, eso no justifica el uso de heces sobre la piel.
“El microbioma de la piel es distinto del intestinal. No hay evidencia que respalde que aplicar heces mejore la piel; por el contrario, puede causarle un daño significativo.”
Ambos expertos coinciden en que este tipo de tendencias son un síntoma de un problema más grande: la falta de educación médica confiable en el entorno digital. Los pacientes, sobre todo los jóvenes, están expuestos a desinformación que se presenta como «natural» o «alternativa», sin considerar los riesgos reales.
La Dra. Kopelman enfatiza la necesidad de combatir estos mensajes virales con información científica y clara:
“Como profesionales de la salud, debemos utilizar las mismas plataformas digitales para contrarrestar estas tendencias con asesoramiento médico basado en evidencia.”
La belleza no justifica el riesgo
El uso de heces como mascarilla facial no es una simple excentricidad de internet: es un peligro real para la salud. Aunque puede parecer una curiosidad pasajera o una moda extraña, los riesgos de infecciones graves están presentes. Es fundamental que tanto pacientes como médicos comprendan que no todo lo que circula en redes sociales tiene base científica ni es seguro.
Cuidar la piel debe ser un proceso informado, respaldado por evidencia médica y guiado por profesionales. Si tienes dudas sobre tratamientos o productos para el cuidado facial, lo más seguro y responsable es consultar con un dermatólogo calificado. Y si eres profesional de la salud, es momento de usar tu voz —también en redes— para educar y proteger.