Nuevo análisis cuestiona la eficacia y seguridad de un medicamento en el dolor crónico

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Entre los efectos secundarios más comunes se reportaron náuseas, mareo, estreñimiento y somnolencia.

El tramadol, un opioide de uso frecuente en el manejo del dolor crónico, ha sido durante años percibido como una alternativa de bajo riesgo frente a otros analgésicos más potentes. Sin embargo, una nueva revisión sistemática y metaanálisis publicada en la revista BMJ Evidence-Based Medicine advierte que su efectividad es modesta y que duplica la probabilidad de sufrir efectos adversos graves.

“Dado el beneficio analgésico limitado y el aumento del riesgo de daño, el uso de tramadol para el dolor crónico debe ser reconsiderado”, afirmó el Dr. Jehad Ahmad Barakji, del Centre for Clinical Intervention Research del Rigshospitalet, en Copenhague (Dinamarca).

Según el estudio, el alivio promedio del dolor entre los pacientes tratados con tramadol fue de 0,9 puntos en una escala de 0 a 10, una diferencia considerada clínicamente insignificante. Aunque un pequeño porcentaje de pacientes reportó mejoría perceptible, los autores subrayan que el efecto es leve y variable entre distintas condiciones de dolor.

Riesgos que duplican los beneficios

El análisis incluyó 19 ensayos clínicos aleatorizados y controlados con placebo, que evaluaron a más de 6.500 adultos durante un periodo de 4 a 16 semanas. Los resultados mostraron que los eventos adversos graves fueron el doble de frecuentes en los pacientes que recibieron tramadol, con predominio de complicaciones cardíacas como dolor torácico, enfermedad coronaria e insuficiencia cardíaca.

Entre los efectos secundarios más comunes se reportaron náuseas, mareo, estreñimiento y somnolencia, los cuales contribuyeron a una tasa más alta de abandono del tratamiento.

Los investigadores también reconocieron limitaciones metodológicas: muchos de los ensayos analizados presentaban riesgo elevado de sesgo, tamaños de muestra pequeños y falta de uniformidad en la evaluación de resultados, lo que podría haber exagerado los beneficios o minimizado los daños.

Popularidad sin suficiente evidencia

El tramadol actúa sobre los sistemas de serotonina y noradrenalina, lo que le confiere un perfil dual que ha sido presentado como un punto intermedio entre analgésicos no opioides y opioides fuertes. Su prescripción ha aumentado a nivel mundial bajo la percepción de que conlleva menor riesgo de adicción.

Sin embargo, las pruebas que sustentan su uso prolongado son inconsistentes. De hecho, un análisis reciente estima que el 18 % de los adultos ha usado tramadol alguna vez, y más del 80 % lo combina con otras sustancias, lo que incrementa la posibilidad de interacciones y eventos adversos.

Expertos llaman a reevaluar su papel

La Dra. Jessica Otte, profesora asociada de Medicina Familiar en la University of British Columbia (Canadá), destacó que este trabajo aporta una visión más amplia del uso del tramadol en distintas condiciones de dolor crónico, un ámbito donde muchos pacientes aún buscan alivio sostenido sin éxito.

“Esta revisión no cambia el panorama, pero lo refuerza: la reputación del tramadol como un opioide más seguro o particularmente eficaz es cada vez más difícil de defender”, señaló Otte.

Aun así, advirtió que los resultados deben interpretarse con cautela debido a las limitaciones de los estudios originales y la falta de información sobre resultados que realmente importan a los pacientes, como la calidad de vida o la funcionalidad.

Por su parte, el Dr. Houman Danesh, director médico de manejo del dolor en la Icahn School of Medicine at Mount Sinai (EE. UU.), coincidió en que los hallazgos merecen atención, aunque recordó que las complicaciones graves son poco comunes en la práctica clínica y que el riesgo puede variar según el tipo de dolor y las condiciones del paciente.

El nuevo análisis refuerza la necesidad de evaluar cuidadosamente la relación riesgo-beneficio del tramadol, especialmente en el contexto del dolor crónico, donde la evidencia de eficacia sostenida sigue siendo débil.

“Algunos pacientes pueden obtener alivio, pero la mayoría no experimentará un beneficio clínicamente relevante”, concluyeron los autores. Ante esto, los expertos recomiendan que los profesionales de la salud consideren alternativas terapéuticas y mantengan una vigilancia estrecha sobre los posibles efectos adversos en quienes aún requieren este fármaco.

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