En todo el mundo, la obesidad ha aumentado de la mano de una transformación en la dieta, hemos pasado de alimentos tradicionales a productos ultraprocesados. Estudios recientes alertan sobre su rol directo en el sobrepeso, especialmente por cómo afectan al comportamiento alimentario y la biología del cuerpo.
Una creciente cantidad de investigaciones, desde estudios ecológicos y epidemiológicos hasta experimentos en laboratorio, apuntan a los alimentos ultraprocesados como un factor clave en el desarrollo del sobrepeso y la obesidad. Estos productos, diseñados industrialmente a partir de ingredientes aislados como almidones, azúcares y aceites, se reformulan con aditivos y técnicas específicas para hacerlos más atractivos, duraderos y rentables.
Según la evidencia, su textura blanda, alta densidad calórica y combinación de sabores hiperpalatables favorecen el consumo excesivo de energía al interferir con las señales de saciedad, el comportamiento alimentario y los mecanismos de recompensa del cerebro.
Pero hay más, además de su perfil nutricional desequilibrado, los ultraprocesados contienen características físicas y químicas que podrían alterar el metabolismo a través de múltiples vías biológicas. Entre ellas se incluyen el uso de emulsionantes, edulcorantes no nutritivos, nutrientes sin estructura celular, y contaminantes derivados del procesamiento o envasado. Estos compuestos pueden influir en la absorción de nutrientes, la respuesta glucémica y la composición del microbioma intestinal.
Los expertos advierten que se necesitan más investigaciones, especialmente sobre cómo afecta el consumo de ultraprocesados durante etapas críticas como el embarazo, la infancia y la adolescencia. Aun así, la comunidad científica coincide en que reducir su consumo debe ser una prioridad en las políticas de salud pública.
Entre las medidas sugeridas se encuentran los impuestos a productos no saludables, el etiquetado frontal de advertencia y restricciones a la publicidad, especialmente la dirigida a niños. Todo apunta a que, para frenar la epidemia global de obesidad, es urgente transformar los entornos alimentarios y promover sistemas basados en alimentos mínimamente procesados y culturalmente apropiados.
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