¿Quién es candidato para un trasplante de hígado? La explicación detallada del Dr. Héctor Nazario

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Dr. Héctor Nazario, jefe de la División de Hepatología en el Methodist Dallas Medical Center.

El Dr. Héctor Nazario, jefe de la División de Hepatología en el Methodist Dallas Medical Center, explica que uno de los criterios clave para determinar quién necesita un trasplante de hígado es el MELSCORE (Modelo de Puntuación de Enfermedad Hepática Terminal), que se introdujo en 2002. 

Este sistema utiliza factores de laboratorio como la bilirrubina, la creatinina, el INR (relación internacional normalizada) y el sodio para evaluar la urgencia de un trasplante. 

Según el Dr. Nazario, antes de la introducción del MELSCORE, la lista de espera para trasplante se basaba simplemente en el tiempo que un paciente llevaba en la lista, lo que generaba situaciones injustas. 

«Antes, alguien que estaba siete años en la lista podría haber estado en su casa leyendo el periódico y, de repente, recibir una llamada diciendo que era su turno, mientras que alguien con complicaciones graves de hígado, con ascitis y a punto de morir, debía esperar más», recuerda Nazario.

El MELSCORE, que va de 6 a 40, permite priorizar a los pacientes según la gravedad de su condición hepática, y a partir de 2005, un estudio reveló algo crucial: los pacientes con un MELSCORE bajo no se beneficiaban del trasplante, y en algunos casos, el riesgo de complicaciones y menor supervivencia a un año post-trasplante era incluso mayor que si no se les realizara el trasplante en absoluto. 

El especialista señala que, «trasplante a pacientes con MELSCORE bajo implica más riesgo para esos pacientes que dejarlos en espera«.

Este estudio revolucionó la manera en que se manejan las listas de espera y fue citado más de mil veces, influenciando políticas de seguros médicos y criterios de evaluación para trasplantes de hígado. 

«Al principio, muchos planes de salud utilizaron este MELSCORE para restringir la autorización de evaluación y trasplante. Si un paciente tenía un MELSCORE de 13, por ejemplo, se les negaba la evaluación, y, en algunos casos, incluso el trasplante», explica el Dr. Nazario.

Sin embargo, Nazario también hace una crítica fundamental al sistema de trasplantes: el MELSCORE no debe ser el único criterio para evaluar a los pacientes. A lo largo de los años, han surgido avances significativos en el manejo de las enfermedades hepáticas, como el tratamiento de varices, ascitis (acumulación de líquido en el abdomen) y el síndrome hepatorrenal

«Estos avances, junto con los estudios sobre la flora microbiana intestinal y el manejo de la encefalopatía hepática, han mejorado el cuidado de los pacientes mucho más allá de lo que el MELSCORE refleja», afirma Nazario.

El Dr. Nazario recuerda que, aunque el MELSCORE fue crucial para la medicina en su momento, uno de los principios fundamentales de la medicina es tratar al paciente, no los números. «Uno de los mayores problemas con usar solo el MELSCORE como criterio es que ignora el paciente en su totalidad. Los médicos no deben esperar a que los números del laboratorio dicten la decisión», dice el Dr. Nazario. 

Para él, la evaluación integral de cada paciente debe considerar no solo los valores de laboratorio, sino también el estado clínico general. «Imagina que llegas con un paciente con dolor en el pecho y un EKG que muestra cambios. No esperas que las troponinas sean positivas antes de intervenir. Tienes que actuar según lo que el paciente te está mostrando», destaca.

Este enfoque holístico es aún más crítico en pacientes con cirrosis y otras enfermedades hepáticas graves, pues esperar demasiado para intervenir puede poner en riesgo su vida. «No se debe esperar a que el MELSCORE esté en 15 para intervenir. Si un paciente ya está mostrando signos clínicos de descompensación hepática, se le debe considerar para un trasplante, sin importar el número exacto del MELSCORE», subraya Nazario.

El Dr. Nazario concluye resaltando que los médicos, en especial los hepatólogos y gastroenterólogos, deben mantenerse actualizados con los avances y trabajar como parte de un equipo multidisciplinario para manejar a estos pacientes. 

«El cuidado del paciente es integral, no solo hepático, y siempre debe ser visto desde un enfoque global. A lo largo de los años, lo más importante ha sido mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes, independientemente del número de MELSCORE», concluye.

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