¿Cómo es el manejo de los calambres nocturnos en las piernas?

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Los calambres nocturnos es que, aunque afectan hasta al 40% de los adultos mayores, en más del 70% de los casos no se identifica una causa específica, lo que los convierte en un verdadero misterio clínico.

Los calambres nocturnos en las piernas son una queja frecuente, especialmente entre adultos mayores. Este tipo de calambres se caracteriza por una contracción repentina, dolorosa e involuntaria de los músculos, típicamente en la pantorrilla, que ocurre mientras la persona está dormida o al estar recostada. Afectan aproximadamente al 40% de las personas mayores de 50 años, y cuando son recurrentes, pueden alterar significativamente la calidad del sueño, provocar fatiga y reducir el bienestar general.

Un ejemplo representativo es el caso de una mujer de 74 años, sin problemas médicos importantes, que consulta por calambres en las pantorrillas que ocurren entre 4 y 5 veces por semana durante la noche. Su único medicamento es famotidina ocasional para el reflujo, y su examen físico es normal. Casos como este reflejan lo común y frustrante que puede ser esta condición, a pesar de no haber una causa médica evidente.

Entendiendo los calambres nocturnos en las piernas

Aunque a veces los calambres pueden atribuirse a deshidratación, deficiencias de minerales o efectos secundarios de medicamentos, en muchas ocasiones no hay una causa identificable. Por ello, el primer paso en el abordaje es confirmar el diagnóstico, descartando otras condiciones similares, como el síndrome de piernas inquietas (SPI). Aunque ambas ocurren por la noche, el SPI se manifiesta con una necesidad incontrolable de mover las piernas, especialmente al estar en reposo, y los síntomas suelen aliviarse temporalmente al caminar o mover las extremidades, lo que no sucede con los calambres musculares.

También es importante revisar los medicamentos del paciente, ya que algunos fármacos pueden inducir calambres. Por ejemplo, los beta-agonistas (usados para el asma) y los diuréticos ahorradores de potasio como la espironolactona, son conocidos por aumentar el riesgo de estos espasmos musculares.

¿Cómo prevenir los calambres? Lo que dice la evidencia

Durante años, la búsqueda de una solución efectiva para prevenir los calambres nocturnos ha llevado a probar una amplia variedad de tratamientos. Uno de los métodos más eficaces y simples es también el más subestimado: los estiramientos musculares.

Estudios científicos han demostrado que realizar ejercicios de estiramiento de pantorrillas y músculos isquiotibiales (parte posterior del muslo) antes de acostarse puede reducir tanto la frecuencia como la intensidad de los calambres. En un estudio con personas mayores de 55 años que sufrían calambres frecuentes, aquellos que realizaron estiramientos diarios por la noche experimentaron menos episodios en comparación con quienes no hacían ejercicios. En otra investigación, se compararon estiramientos con meditación y ambos grupos mostraron mejoras, pero los estiramientos destacaron por su simplicidad y accesibilidad.

Por otro lado, muchos pacientes recurren a suplementos como el magnesio, pensando que puede ayudar. Sin embargo, una revisión sistemática de la base Cochrane —una de las fuentes más confiables en medicina basada en evidencia— concluyó que el magnesio no ofrece beneficios clínicamente significativos en la prevención de calambres musculares en adultos mayores.

Un tratamiento que fue muy popular en el pasado es la quinina, pero fue retirado del mercado en Estados Unidos como medicamento de venta libre en 1994 debido a preocupaciones por su seguridad, incluyendo efectos secundarios graves como arritmias cardíacas y problemas hematológicos.

Recientemente, otras alternativas han comenzado a llamar la atención. Un ensayo clínico aleatorizado con vitamina K2 en 199 pacientes mostró resultados prometedores: los participantes que tomaron esta vitamina (180 µg diarios durante 8 semanas) redujeron sus calambres semanales a menos de uno, mientras que el grupo con placebo continuó teniendo alrededor de 3.5 episodios semanales. Esta diferencia fue estadísticamente significativa, lo que sugiere que la vitamina K2 podría ser una opción segura y eficaz.

Recomendaciones prácticas para médicos y pacientes

A la luz de la evidencia actual, el abordaje más recomendable para prevenir calambres nocturnos en personas sin condiciones médicas graves es el siguiente:

1. Confirmar el diagnóstico

  • Asegúrese de que se trata de calambres y no de síndrome de piernas inquietas.
  • Revise los medicamentos en uso y considere si alguno puede estar contribuyendo al problema.

2. Comenzar con estiramientos simples

  • Realizar estiramientos de las pantorrillas e isquiotibiales durante 5-10 minutos antes de acostarse.
  • Estos ejercicios pueden hacerse de pie o sentado, según la movilidad del paciente.
  • En muchos casos, este solo cambio puede generar una gran mejoría.

3. Considerar alternativas seguras

  • Vitamina K2 aparece como una opción prometedora, aunque aún se necesita más investigación para incorporarla en las guías clínicas oficiales.
  • Taurina, un aminoácido que ha demostrado utilidad en pacientes con cirrosis hepática y calambres intensos, puede ser útil en poblaciones específicas, siempre bajo supervisión médica.

Evitar tratamientos sin respaldo

  • Quinina no debe utilizarse por sus riesgos documentados.
  • Magnesio, aunque inofensivo en la mayoría de los casos, probablemente no sea útil para calambres nocturnos si no hay deficiencia confirmada.

Mensaje final: simple, efectivo y seguro

Aunque los calambres nocturnos pueden parecer un problema menor, su impacto en la calidad del sueño y el bienestar general puede ser importante. La buena noticia es que hay formas simples y seguras de prevenirlos, siendo los estiramientos la herramienta más accesible y respaldada por la evidencia. Acompañar estos ejercicios con una revisión del historial médico y, en casos seleccionados, con el uso de suplementos como vitamina K2, puede marcar una gran diferencia para el paciente.

La clave está en educar, guiar y ofrecer soluciones basadas en ciencia, evitando tratamientos innecesarios o potencialmente peligrosos. Unos pocos minutos de estiramiento al día pueden ser todo lo que se necesita para dormir mejor y sin calambres.

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