En un mundo donde los avances científicos han marcado una diferencia significativa en la calidad de vida, el año 2030 se presenta como un periodo de mejora en la salud global. Las estadísticas se presentan de esta manera: los ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares han disminuido un 20%, y el consumo de alimentos ha caído, dejando más dinero en los bolsillos de los consumidores. A su vez, los pasajeros más ligeros están contribuyendo a que las aerolíneas ahorren al menos 100 millones de litros de combustible al año.
Este panorama optimista ha sido impulsado en gran medida por la llegada de nuevos medicamentos altamente efectivos para la pérdida de peso, específicamente los protagonistas del GLP-1, como la semaglutida, ampliamente conocida como Ozempic y Wegovy.
Chin Hur, gastroenterólogo de la Universidad de Columbia, sostiene que si los efectos secundarios asociados a estos medicamentos no son problemáticos, el impacto podría ser monumental: “Esto va a cambiar el mundo.” En Estados Unidos, aproximadamente el 12% de los adultos ha utilizado agonistas del GLP-1 para tratar la diabetes o la obesidad, y aunque algunos reportes sugieren una disminución en las tasas de obesidad, los científicos son reservados en considerar estos datos concluyentes.
Sin embargo, la importancia de estos medicamentos se extiende más allá de la salud individual. Los analistas pronostican que la creciente adopción de los fármacos GLP-1 no solo mejorará la salud pública, sino que también podría ahorrar billones de dólares a los países a largo plazo. Alison Sexton Ward, economista de la Universidad del Sur de California, resalta que «los impactos indirectos de la obesidad son enormes». .
Los fármacos GLP-1 presentan una alternativa significativa a las políticas de salud pública que han tenido un impacto limitado, como impuestos sobre alimentos azucarados. Según los estudios, estos medicamentos permiten a los usuarios perder aproximadamente un 15% de su peso corporal en un corto periodo. “Esto realmente funciona, y lo hace de forma bastante espectacular”, afirma Theo Vos, epidemiólogo de la Universidad de Washington.
Pero, no todo puede ser tan bueno como lo pintan. Se explica que, a pesar de estas promesas, persisten preocupaciones sobre efectos secundarios como náuseas y la posibilidad de recuperación del peso al dejar la medicación. Adicionalmente, la historia demuestra que tratamientos eficaces a menudo son mal utilizados. Nicolas Rasmussen, historiador de la ciencia en Australia, advierte que “la historia nos dice que se abusará de ellos”.
En el ámbito económico, el mercado de estos medicamentos está proyectado a crecer significativamente, multiplicándose por diez en los próximos años. Algunos sectores, como el alimentario y el de dispositivos médicos, ya han empezado a sentir el impacto de esta tendencia, mientras que los beneficios provenientes de un cambio en la dieta y estilo de vida podrían ser enormes.
Sin embargo, la implementación de estos cambios tampoco está exenta de obstáculos. La accesibilidad y el costo de los medicamentos son cruciales, especialmente en países de ingresos bajos y medios donde las tasas de obesidad están creciendo rápidamente. Adeyemi Okunogbe de RAND Corporation enfatiza que la sostenibilidad y el costo de los tratamientos son esenciales para que tengan un impacto real.
Las proyecciones sobre el impacto completo de los agonistas del GLP-1 aún son especulativas y están sujetas a muchas incógnitas, desde cambios en el comportamiento social hasta el control de la obesidad a largo plazo.
La comunidad científica y los formuladores de políticas deben trabajar de manera conjunta para garantizar que los beneficios de estos tratamientos sean accesibles y se traduzcan en mejoras en la salud pública y la economía global.
