Un nuevo análisis de datos poblacionales en Gales vuelve a poner en el centro de la conversación un hallazgo que podría cambiar el manejo de la demencia: las personas que ya padecían la enfermedad y recibieron la vacuna contra el herpes zóster tuvieron una probabilidad significativamente menor de morir por demencia durante el seguimiento.
El estudio, publicado en Cell y basado en más de 14.000 adultos mayores, muestra que quienes recibieron Zostavax, la vacuna de Merck utilizada en el programa nacional de inmunización, presentaron una reducción cercana a 30 puntos porcentuales en el riesgo de muerte asociada a la demencia en comparación con quienes no fueron vacunados.
Estos resultados se suman a un análisis previo realizado este mismo año, donde los investigadores habían descrito que los adultos mayores vacunados tenían un 20% menos de probabilidades de desarrollar demencia a largo plazo. Pero ahora, la evidencia sugiere que los beneficios no solo serían preventivos: también podrían influir en la progresión de la enfermedad.
Para el Dr. Pascal Geldsetzer, investigador de la Universidad de Stanford y líder del estudio, esta señal es especialmente relevante porque “plantea un posible efecto terapéutico en personas que ya viven con demencia”, una hipótesis que hasta ahora no había sido considerada de forma robusta en el campo de las vacunas virales.
Aún así, los mecanismos biológicos detrás de la asociación siguen sin estar claros. Los autores plantean diversas posibilidades: desde un fortalecimiento general del sistema inmunológico hasta una reducción en las reactivaciones del virus varicela-zóster, o incluso vías inmunológicas más complejas aún no descritas.
Un dato clave es que la vacuna utilizada en el estudio —Zostavax— ya no se emplea ampliamente debido a la superior eficacia de Shingrix, la vacuna más reciente de GlaxoSmithKline. No se sabe todavía si Shingrix podría ofrecer una protección igual o incluso mayor frente a la demencia, pero esa pregunta ya está en la agenda de varios grupos de investigación.
Según los autores, los hallazgos de Gales han sido replicados en bases de datos de otros países —incluyendo Inglaterra, Australia, Nueva Zelanda y Canadá—, lo que refuerza la consistencia de la señal observada.
Mientras se aclaran los mecanismos y se generan estudios prospectivos, los resultados sugieren que la inmunización contra el herpes zóster podría tener un beneficio adicional en una de las enfermedades neurodegenerativas más desafiantes para los sistemas de salud.
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