La artritis psoriásica es una enfermedad inflamatoria crónica que combina el dolor articular con las manifestaciones cutáneas de la psoriasis. Para quienes la padecen, el impacto físico y emocional puede ser profundo. Así lo vive Mayra Ortiz, diagnosticada hace seis años con esta enfermedad.
“Soy paciente de psoriasis, producto de mi artritis psoriásica”, explica. “Aproximadamente hace seis años atrás esos primeros síntomas se manifestaron en mi cabeza y en los pies que fueron de inicio”.
Desde entonces, su rutina diaria cambió por completo. La exposición al sol, la alimentación y hasta la ropa que viste se adaptaron a su condición. “Mis horarios de tomar sol ya no pueden ser a horas del mediodía. Tengo que esperar a que sea un poco más tarde o en la mañana”, comenta.
También debió modificar su vestimenta: “No podía utilizar colores oscuros debido a las escamas, ni trajes cortos porque la mayor concentración de mi psoriasis era en las piernas”, agregó.
En su proceso, Mayra descubrió que cuidar la piel era tan importante como cuidar las articulaciones. “Utilizo cremas y jabones médicos especializados para mi tipo de condición, tomo mucha agua y humecto mi piel constantemente”, explica.
Pero no solo su piel fue afectada: “El agarre de algunas cosas, caminar o estar de pie por largos periodos se vuelve difícil. Cuando hace frío o calor, o dependiendo de la temperatura, uno lo siente en la coyuntura”.
El diagnóstico de artritis psoriásica la llevó a un tratamiento riguroso con medicamentos e inyecciones cada dos semanas. “Si tengo que cambiar la cita, lo hago, pero no dejo el tratamiento”, asegura.
“Si tienen un médico que los atiende, háganle caso. No todas las pieles ni las condiciones, aunque sean las mismas, reaccionan igual. Es importante seguir el tratamiento y no experimentar”, aconseja a otros pacientes.
Más allá del dolor físico, Mayra encontró en la escritura una forma de sanar emocionalmente y educar a otros sobre su condición. “Soy educadora y acudí a la escritura terapéutica, específicamente a la infantil, para concienciar a las familias y los niños”, relata. Así nació su libro “Mamá parece un monstruo”, una historia inspirada en su experiencia con la artritis psoriásica y la psoriasis.
“Quería mostrar que no todos los monstruos dan miedo, que simplemente somos diferentes”, dice. El libro aborda cómo explicar a los niños que la enfermedad no es contagiosa y cómo enfrentar los estigmas sociales. “Es una historia que toca el tema clínico, pero también la empatía y la aceptación”.
El apoyo familiar ha sido fundamental. “En mi casa el apoyo es al 100%. Mis hijos y mi esposo siempre han estado ahí, desde el día cero hasta hoy”, afirma. Su entorno cercano la acompaña en citas, tratamientos y momentos difíciles.
Para Mayra, vivir con artritis psoriásica ha sido un proceso de aprendizaje constante. “Podemos hablar de nuestras historias, utilizar nuestra piel como un lienzo y conectar con otros. A través de la escritura me ha resultado muchísimo”, concluye.









