Prevención y control de infecciones en trasplantes de órganos: ¿Cuáles son las etapas?

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Dr. Edward A. Domínguez, es director médico y especialista en enfermedades infecciosas en trasplantes del Methodist Dallas Medical Center. Foto: PHL - Yolimarian Torres.

La prevención y control de infecciones en pacientes sometidos a trasplantes de órganos es esencial para garantizar el éxito del procedimiento y la calidad de vida posterior. El Dr. Edward A. Domínguez, especialista en enfermedades infecciosas generales y relacionadas con trasplantes en el Methodist Dallas Medical Center, nos ofrece una guía clara y completa sobre las estrategias utilizadas antes, durante y después del trasplante para minimizar los riesgos infecciosos.

Antes del trasplante: Preparación y prevención con vacunas

El proceso de preparación para un trasplante comienza con una evaluación exhaustiva del paciente. Se realizan pruebas serológicas para detectar infecciones como el citomegalovirus (CMV), el virus de Epstein-Barr, la tuberculosis y las hepatitis A, B y C. En pacientes en diálisis, suele verificarse la vacunación contra la hepatitis B.

Según comentó el especialista durante el Liver and Kidney Transplant Symposium, «en el caso de pacientes con VIH, se requiere que los niveles de CD4 sean superiores a 200 para trasplante de riñón y superiores a 100 para trasplante de hígado. Además, la carga viral del VIH debe ser indetectable durante al menos seis meses bajo terapia antirretroviral adecuada».

Los pacientes con antecedentes de infecciones recurrentes, como infecciones urinarias o peritonitis bacteriana espontánea, pueden recibir antibióticos profilácticos para evitar que una infección cause la cancelación del trasplante. Asimismo, las infecciones latentes, como la tuberculosis, deben tratarse antes del procedimiento.

La vacunación previa al trasplante es crucial, ya que la inmunosupresión posterior limita la respuesta del sistema inmune. Se priorizan vacunas contra la gripe, neumococo, hepatitis B, COVID-19 y, en algunos casos, el virus sincitial respiratorio (RSV), especialmente en pacientes mayores de 60 años con factores de riesgo.

Durante y después del trasplante: Control riguroso de las infecciones

Durante la cirugía, los pacientes reciben antibióticos intravenosos para prevenir infecciones quirúrgicas. Dado que el Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (MRSA) representa hasta el 50 % de las infecciones por estafilococos en EE. UU., se incluye un antibiótico eficaz contra este patógeno.

Tras la cirugía, se inicia la profilaxis contra infecciones oportunistas. El Dr. Domínguez explicó que «todos los pacientes trasplantados reciben tratamiento preventivo contra Pneumocystis jirovecii durante al menos seis meses. Además, algunos pacientes de alto riesgo reciben profilaxis antifúngica, como nistatina para trasplantes renales y fluconazol para ciertos trasplantes hepáticos. Quienes tienen antecedentes de infecciones por herpes o hepatitis B requieren tratamiento supresivo prolongado».

En pacientes con VIH, los medicamentos antirretrovirales deben ajustarse para evitar interacciones con los inmunosupresores, como tacrolimus y ciclosporina.

Etapas del riesgo infeccioso: Del primer mes al año posterior al trasplante

El riesgo de infección varía según el tiempo transcurrido desde el trasplante. En el primer mes, predominan las infecciones quirúrgicas y hospitalarias. De uno a doce meses después, cuando la inmunosupresión alcanza su punto máximo, aumentan las infecciones oportunistas, como CMV, virus de Epstein-Barr, Nocardia y Listeria. Si se emplea un órgano de un donante con hepatitis C, se requiere tratamiento antiviral inmediato.

Después de los doce meses, los pacientes son más susceptibles a infecciones comunes adquiridas en la comunidad, aunque los síntomas suelen ser atípicos debido a la respuesta inmunitaria reducida. Por ejemplo, las infecciones respiratorias como COVID-19, norovirus, influenza e infecciones urinarias pueden presentarse con signos leves pero requieren atención rápida debido al riesgo de complicaciones graves.

Monitoreo y cuidados continuos

El monitoreo regular es esencial para detectar infecciones a tiempo. Los pacientes con trasplante renal se someten a análisis periódicos de orina y pruebas para detectar el virus BK. La vigilancia del CMV es común en todos los trasplantados de órganos sólidos, especialmente durante el primer año.

Los pacientes que aceptan órganos de donantes de alto riesgo son evaluados regularmente mediante pruebas de amplificación de ácidos nucleicos para detectar hepatitis B, hepatitis C y VIH. Las vacunas continúan siendo fundamentales, especialmente durante brotes epidémicos de gripe o nuevas variantes de COVID-19.

Diagnóstico rápido y tratamiento oportuno a pacientes trasplantados

El especialista explicó que «los signos de infección en pacientes trasplantados pueden ser sutiles debido a la inmunosupresión, por lo que es crucial mantener un umbral bajo para sospechar infecciones. La identificación y tratamiento temprano reducen significativamente la mortalidad. Las nuevas técnicas de diagnóstico, como la secuenciación de próxima generación y la metagenómica, permiten detectar cientos de patógenos en una sola muestra de sangre en 48 a 72 horas, facilitando un tratamiento más rápido y preciso».

Así, la prevención y el control de infecciones en trasplantes de órganos requieren un enfoque integral que abarca desde la evaluación previa hasta el monitoreo a largo plazo todo como parte de un proceso integral en el que todas sus etapas son cruciales. De hecho, gracias a los avances en profilaxis, diagnóstico y tratamiento, los pacientes trasplantados tienen hoy mejores oportunidades de disfrutar de una vida plena y saludable, solo posible con la identificación de estas etapas y su mejoramiento constante.

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