Genealogía genética es la herramienta forense más importante para resolver crímenes «fríos» actualmente

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El ADN contiene la información genética única de cada persona.

Una técnica relativamente nueva está cambiando el rumbo de investigaciones policiales en todo el mundo: la genealogía genética investigativa (IGG, por sus siglas en inglés). Esta metodología combina el análisis avanzado de ADN con la construcción de árboles genealógicos, permitiendo identificar sospechosos en casos sin resolver y poner nombre a restos humanos que llevaban años sin ser reconocidos.

La estrategia parte de un principio sencillo pero poderoso: comparar el ADN hallado en una escena del crimen con perfiles genéticos disponibles en bases de datos públicas. A partir de coincidencias con parientes lejanos, los investigadores construyen complejos árboles familiares que pueden reducir drásticamente la lista de sospechosos.

En algunos casos, la técnica ha sido clave para ubicar a familiares de la víctima o para identificar a criminales décadas después del delito, en los llamados casos «fríos» o detenidos. Un ejemplo citado por expertos es la identificación de un asesino gracias a la coincidencia genética con dos parientes lejanos registrados en una base de datos abierta al público.

¿Cómo funciona?

El ADN contiene la información genética única de cada persona. En la genealogía genética se analizan tres tipos principales:

  • ADN mitocondrial, heredado por vía materna.
  • ADN-Y, transmitido de padre a hijo y útil para rastrear linajes masculinos.
  • ADN autosómico, que proviene de ambos padres y permite mapear parentescos en todo el árbol familiar. 

En el caso forense, el proceso incluye recolectar ADN en la escena del crimen, generar un perfil detallado —con cientos de miles de marcadores genéticos— y subirlo a bases de datos públicas como FamilyTreeDNA. Luego se identifican coincidencias y se usan técnicas de genealogía tradicional para reconstruir la red de parentesco y llegar a posibles sospechosos.

Un arma poderosa, pero con dilemas éticos

El uso policial de bases de datos genéticas públicas abre un debate sobre privacidad, seguridad de los datos y posibles abusos. Aunque estas plataformas permiten a millones de personas conocer su historia familiar y reencontrarse con parientes lejanos, también implican riesgos como la discriminación genética o la filtración de información sensible.

Expertos coinciden en que la IGG ha revolucionado la investigación criminal, pero advierten que su aplicación debe estar regulada por marcos legales claros que protejan los derechos individuales. 

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