Vacunarse contra el herpes zóster podría proteger el corazón y el cerebro

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Investigadores resaltan que la vacuna contra el herpes zóster ofrece beneficios más allá de prevenir la erupción cutánea.

La vacunación contra el herpes zóster, conocido como “culebrilla” o shingles, podría tener beneficios más allá de prevenir la erupción cutánea. De acuerdo con dos estudios presentados durante el congreso Infectious Disease Week (IDWeek) 2025 en Atlanta, recibir la vacuna contra el virus del herpes zóster se asocia con una disminución del riesgo de eventos cardiovasculares mayores y de demencia, incluso entre personas que presentan infecciones posteriores a la vacunación (breakthrough infections) y en aquellas que viven con VIH.

Un riesgo sistémico subestimado

El herpes zóster afecta a cerca de 1 de cada 3 adultos y genera más de un millón de infecciones al año. Según el Dr. Ali Dehghani, médico internista en la Case Western Reserve University School of Medicine en Cleveland, “el herpes zóster es mucho más que un sarpullido. Parece alterar el cuerpo de una forma que pone al corazón y al cerebro en riesgo, probablemente a través de la inflamación”.

Esa inflamación, explicó, puede persistir durante años y favorecer la formación de coágulos y accidentes cerebrovasculares. “Piense en ello como una inflamación latente que se mantiene después de la infección”, detalló. “Sin embargo, la vacuna parece calmar ese proceso de forma duradera”.

Los investigadores analizaron datos de más de 174,000 adultos mayores de 50 años utilizando la red TriNetX de registros clínicos electrónicos.

En personas sin VIH, los resultados mostraron que quienes padecieron herpes zóster sin vacunarse presentaron un 20 % más de riesgo de eventos cardiovasculares mayores y una mayor probabilidad de sufrir infarto, accidente cerebrovascular o demencia, en comparación con quienes no habían tenido la infección.

Por el contrario, los adultos vacunados que desarrollaron infecciones posteriores mostraron una reducción del 26 % en el riesgo cardiovascular, del 28 % en el riesgo de accidente cerebrovascular y del 50 % en el riesgo de demencia vascular, con beneficios que se mantuvieron hasta 3.5 años después del evento.

“Al prevenir el herpes zóster y mantener el virus en calma, la vacuna puede proteger tanto al cuerpo como al cerebro, e incluso favorecer la longevidad”, afirmó Dehghani.

Beneficios adicionales en personas con VIH

Un segundo análisis del mismo grupo se centró en adultos mayores de 50 años que viven con VIH. Los hallazgos fueron contundentes: haber tenido herpes zóster triplicó el riesgo de eventos cardiovasculares y duplicó el riesgo de demencia.

En cambio, la vacunación contra el herpes zóster se asoció con una reducción de entre 30 % y 60 % en el riesgo de infarto, accidente cerebrovascular, demencia y mortalidad, en comparación con personas vacunadas solo contra neumococo.

“Parece que la vacuna está cumpliendo su función y, además de prevenir el sarpullido, ofrece beneficios cardiovasculares y cognitivos”, indicó Dehghani.

Aunque los estudios fueron observacionales y no pueden demostrar causalidad, expertos independientes consideraron los resultados “impresionantes”. El Dr. Yohei Doi, profesor de medicina en la University of Pittsburgh y en la Fujita Health University en Japón, destacó que los hallazgos apuntan a “un posible impacto positivo desconocido de las vacunas en la salud adulta más allá de prevenir enfermedades infecciosas”.

“Todos conocemos a alguien que ha sufrido herpes zóster. Aunque suele mejorar, pueden quedar consecuencias graves a largo plazo. Estos resultados sugieren que la vacunación podría ayudar a prevenir esas secuelas”, señaló Doi.

El hallazgo cobra especial relevancia en un contexto de creciente escepticismo hacia las vacunas. Para los autores, estos resultados refuerzan la importancia de las inmunizaciones como herramientas no solo para evitar infecciones, sino también para preservar la salud vascular y cognitiva a largo plazo.

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