Un estudio dirigido por Caterina Bonfiglio, del Instituto Nacional de Gastroenterología-IRCCS y publicado en el medio Nutrients, encontró que un mayor consumo de aves de corral podría asociarse a un riesgo más alto de mortalidad, particularmente por cáncer gastrointestinal.
Aunque este alimento suele considerarse como una alternativa más saludable frente a las carnes rojas, los hallazgos abren preguntas importantes sobre los efectos a largo plazo de su consumo frecuente.
La investigación se basó en datos de 4.869 adultos italianos, con una edad promedio de 46 años, seguidos durante 19 años como parte de dos grandes estudios de cohorte.
Durante el seguimiento, 1.028 personas (21,1%) fallecieron, de las cuales 108 (10,5%) murieron por cánceres gastrointestinales, incluyendo: 37 casos de cáncer colorrectal, 28 de cáncer de hígado y 22 de cáncer de páncreas.
Un análisis detallado reveló que las personas que murieron por cánceres GI consumían en promedio 136,6 gramos de aves de corral por semana, cifra superior a quienes murieron por otras causas (104,7 g/sem) o por otros tipos de cáncer (109,9 g/sem).
El riesgo fue especialmente alto en quienes reportaron comer más de 300 gramos semanales de aves de corral:
- 27% más riesgo de morir por cualquier causa comparado con quienes consumían menos de 100 g/sem.
- Más del doble de riesgo de morir por cáncer gastrointestinal (sHR: 2,27).
- En hombres, este riesgo fue aún mayor: sHR de 2,61.
Incluso quienes consumían entre 201–300 g/sem (sHR: 2,11) o entre 100–200 g/sem (sHR: 1,65) también mostraron riesgos significativamente más altos.
¿A qué se debe esto?
Los autores destacan que el aumento global en el consumo de carne blanca va acompañado de una creciente presencia de productos procesados, como embutidos o empanizados industriales, que podrían estar influyendo negativamente en la salud.
Además, subrayan la importancia de los métodos de cocción. Preparaciones a altas temperaturas o con tiempos prolongados podrían generar compuestos potencialmente carcinógenos, como las aminas heterocíclicas.
“Creemos que es beneficioso moderar el consumo de aves de corral, alternarlas con otras fuentes de proteína como el pescado, y prestar más atención a cómo se cocinan”, escriben los investigadores.
¿Qué significa esto para la práctica clínica y los pacientes?
Para los profesionales de la salud , incluidos los enfermeros que están en contacto diario con pacientes y sus hábitos de vida, este tipo de evidencia puede servir como herramienta de educación alimentaria y prevención.
No se trata de eliminar completamente las aves de corral, sino de informar mejor a la población sobre el impacto de la cantidad, la frecuencia y el tipo de producto que se consume, así como las formas en que se prepara.
El estudio no establece una relación causal definitiva, pero sí llama a revisar la percepción de que las carnes blancas son saludables por definición, e invita a adoptar una mirada más crítica y balanceada sobre su lugar en la dieta.
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