En la actualidad, la llamada «cultura de las dietas» ha impuesto reglas estrictas sobre lo que deberíamos o no deberíamos comer, según Lcda. Lilyana Figueroa, nutricionista, instalando la creencia de que la restricción es el camino hacia la salud y el bienestar.
Sin embargo, “esta mentalidad de dieta no solo dificulta la adopción de hábitos sostenibles y saludables, sino que también puede generar una relación conflictiva con la comida, caracterizada por la culpa, la ansiedad y una percepción distorsionada de la alimentación”, afirma la nutricionista.
Mejorar nuestra relación con los alimentos implica alejarnos de los patrones restrictivos y adoptar una visión más flexible y consciente. “La clave está en explorar estrategias efectivas para abandonar la mentalidad de dieta, fomentar la alimentación intuitiva y desarrollar hábitos saludables sin caer en la obsesión ni la culpa”, menciona la licenciada.
Aprender a identificar señales de una mala relación con la comida es un primer paso crucial. Señales como la obsesión por contar calorías, sentir culpa al consumir ciertos alimentos o alternar entre períodos de ayuno estricto y atracones, son alertas que no deben ignorarse.
Estrategias clave
Entre las estrategias recomendadas por la Lcda. Figueroa se encuentra: la alimentación intuitiva, que invita a escuchar y respetar las señales naturales de hambre y saciedad del cuerpo. “También puede eliminar la mentalidad de alimentos buenos y malos, fomentando el equilibrio en la alimentación”, explica la experta.
Otra herramienta poderosa es el mindful eating o alimentación consciente, que consiste en comer sin distracciones y disfrutar plenamente de cada bocado, prestando atención a las sensaciones y emociones que surgen durante el acto de comer.
No menos importante, la licenciada Figueroa indica que es importante trabajar en la autoaceptación y el respeto corporal, reconociendo que cuidar de nuestra alimentación también implica cuidar de nuestra salud emocional.
Así, nuestra relación con la comida refleja la manera en que nos cuidamos a nosotros mismos. Adoptar hábitos alimentarios saludables va más allá de simplemente elegir lo que comemos: implica construir una relación equilibrada, consciente y libre de culpa con los alimentos.
“Comer con atención, reconocer las señales de hambre y saciedad y permitirnos disfrutar sin extremismos son pilares fundamentales para el bienestar duradero”, menciona la Lcda. Figueroa.
Fomentar estos hábitos no solo mejora la salud física, sino que también fortalece el bienestar emocional y “ayuda a romper los ciclos de dietas restrictivas, promoviendo una alimentación más intuitiva y sostenibles con el tiempo”, concluye la experta.