La salud es el pilar fundamental de una sociedad funcional y justa. En Puerto Rico, donde los desafíos en el sistema de salud son amplios y complejos, es esencial que un nuevo gobierno adopte una visión estratégica para atender las necesidades críticas de nuestra población. Entre estas prioridades, destacan el fortalecimiento del cuidado agudo, particularmente el manejo del trauma, y una serie de iniciativas de salud pública que deben ser atendidas con urgencia.
El manejo del trauma: un compromiso incumplido
El trauma es la primera causa de muerte entre jóvenes y niños en Puerto Rico, una realidad alarmante que exige atención prioritaria. Aunque se han realizado esfuerzos en el pasado, la isla aún carece de un sistema de trauma completamente funcional que cumpla con los estándares establecidos por el Comité de Trauma del Colegio Americano de Cirujanos. La promesa de construir un hospital nuevo de trauma sigue sin materializarse, dejando a miles de pacientes vulnerables en situaciones de emergencia.
Un nuevo gobierno debe comprometerse no solo a construir esta instalación necesaria, sino también a implementar un sistema de trauma integral que incluya centros de diferentes niveles de atención en puntos estratégicos de la isla. Lograr la designación de un Nivel I, estándar de oro en atención de trauma, debe ser una meta clara. Esto requerirá de empoderar al Director Médico del Hospital de Trauma, para que maneje los esfuerzos según lo requiere el Centro de Trauma, además de inversión en infraestructura, capacitación continua del personal médico y la integración de un sistema de transporte rápido y eficiente
que garantice el acceso oportuno a cuidados críticos.
Otras áreas críticas de la salud pública
Más allá del trauma, Puerto Rico enfrenta múltiples desafíos en salud pública que no pueden ser ignorados:
1. Salud mental: La pandemia de COVID-19 expuso una crisis de salud mental que ya estaba en crecimiento. La falta de servicios accesibles y adecuados sigue siendo un obstáculo para miles de personas. Es imperativo expandir los servicios de salud mental, aumentar la cantidad de profesionales capacitados y reducir el estigma asociado con buscar ayuda.
2. Enfermedades crónicas: Condiciones como la diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares son prevalentes en la isla y representan una carga significativa para el sistema de salud. Programas de prevención efectivos, enfocados en educación, acceso a alimentos saludables y promoción de actividad física, son esenciales para mitigar su impacto.
3. Preparación para desastres: Puerto Rico es una isla vulnerable a huracanes, terremotos y otros desastres naturales. La experiencia reciente ha demostrado que nuestro sistema de salud carece de la resiliencia necesaria para enfrentar estos eventos. La planificación para emergencias, la creación de reservas de equipos médicos y el fortalecimiento de la infraestructura hospitalaria deben ser prioridades inmediatas.
4. Acceso equitativo a servicios médicos: La desigualdad en el acceso a servicios de salud sigue siendo una barrera para muchos puertorriqueños, especialmente en áreas rurales. Iniciativas para establecer clínicas comunitarias y garantizar que cada ciudadano tenga acceso a un médico de cabecera son fundamentales para cerrar esta brecha.
Un llamado a la acción
El gobierno entrante tiene la oportunidad histórica de transformar el sistema de salud en Puerto Rico y priorizar áreas críticas que han sido descuidadas durante demasiado tiempo. Esto no solo requiere inversión económica, sino también voluntad política, colaboración multisectorial y el compromiso de todos los involucrados en el sector salud.
Puerto Rico merece un sistema de salud que no solo responda a emergencias, sino que también prevenga enfermedades y mejore la calidad de vida de sus ciudadanos. La salud es un derecho fundamental, y cualquier agenda de gobierno que no la coloque en el centro de sus prioridades será insuficiente para construir el futuro que todos deseamos y necesitamos.
