Se ha eliminado la Oficina de Política y Planificación del Dolor del NIH que se dedicaba a temas como el alivio del dolor sin el uso de opioides, esto dejando solo un puesto en lugar de los doce que existían.
Los despidos recientes en el Departamento de Salud y Servicios Humanos han afectado gravemente a esta división que se centraba en la investigación del dolor. La reducción de personal implementada por el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., ha resultado en la eliminación de casi todos los puestos de tiempo completo en esta oficina, que tenía la misión de coordinar los estudios sobre el dolor en el ámbito federal.
Ninguno de los 27 institutos de los NIH se especializa en dolor, lo que provoca que la investigación sobre el dolor agudo y crónico, así como sus causas y efectos en la salud, esté bastante desorganizada.
Según diversas fuentes, el dolor es la condición que más discapacita en el país, afectando a 17 millones de personas con dolor crónico severo, de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Kate Nicholson, abogada y fundadora del Centro Nacional de Defensa del Dolor, una organización sin fines de lucro afirmó: “Es la principal causa de discapacidad a largo plazo a nivel mundial, y en Estados Unidos, es nuestro problema de salud crónico más costoso en términos de gastos médicos y pérdida de trabajo. Sin embargo, ha sido malinterpretado y tratado de forma insuficiente durante mucho tiempo”.
Sin la oficina del dolor del NIH, los defensores temen que proyectos de investigación esenciales, así como la coordinación entre los diferentes institutos de la agencia y otras entidades gubernamentales, podrían verse estancados.
En el contexto de la crisis de opioides y las repercusiones del escándalo de Purdue Pharma a principios de los años 2000, la atención al dolor y la prevalencia del dolor crónico han adquirido una mayor relevancia. En particular, el NIH ha puesto un énfasis especial en el desarrollo de analgésicos no opioides que tengan menos probabilidades de llevar a la adicción.
En la última década, grupos de defensa que representan a pacientes con dolor crónico han manifestado su preocupación por los excesos que han surgido debido a las restricciones impuestas a los opioides en respuesta a la crisis, lo que ha llevado a una disminución de la calidad de vida, posibles transiciones al uso de opioides ilegales e incluso al suicidio.
La oficina se estableció a principios de la década de 2010 como resultado de la Ley de Atención Médica Asequible y ha sido crucial en la coordinación de la Iniciativa HEAL, un proyecto transnacional del NIH que busca enfrentar la crisis de opioides mediante el desarrollo de nuevos tratamientos para la adicción, analgésicos y otras intervenciones dirigidas a reducir los daños relacionados con las drogas.
Además, lideró el Comité Coordinador Interinstitucional de Investigación del Dolor, un organismo asesor federal que se encargaba de coordinar la investigación sobre el dolor en todo el gobierno. El futuro de este comité, sin embargo, es incierto.
“La pérdida de esta entidad, a menos que se conserve o reemplace de alguna manera, representa una grave amenaza no solo para la ciencia del dolor, sino también para este esfuerzo integral por abordar las lagunas en el conocimiento científico”, mencionó Robert Kens, profesor emérito de Yale e investigador del dolor con amplia experiencia.
