El Síndrome de Sjögren: un trastorno autoinmune que va más allá de la sequedad ocular y bucal

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Una reciente revisión bibliográfica sistemática analizó 41 artículos científicos de alta calidad, con el objetivo de caracterizar clínica y epidemiológicamente a los pacientes con SS.

El Síndrome de Sjögren (SS) es una enfermedad autoinmune crónica, compleja y multisistémica que, pese a su baja visibilidad mediática, representa un verdadero desafío para la medicina moderna. 

Aunque clásicamente se asocia con síntomas como xeroftalmia (sequedad ocular) y xerostomía (sequedad bucal), este síndrome puede comprometer múltiples órganos y afectar significativamente la calidad de vida de quienes lo padecen.

Una reciente revisión bibliográfica sistemática analizó 41 artículos científicos de alta calidad, con el objetivo de caracterizar clínica y epidemiológicamente a los pacientes con SS. Los resultados aportan una comprensión más profunda sobre esta enfermedad, su prevalencia, manifestaciones y estrategias terapéuticas, con implicaciones importantes para el diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado.

Perfil clínico y factores de riesgo

Según los hallazgos, el SS afecta de forma desproporcionada a las mujeres, con una relación de 9:1 frente a los hombres. La enfermedad suele manifestarse en la adultez, y es rara en niños, aunque cuando aparece en la infancia, se relaciona con antecedentes familiares de enfermedades autoinmunes.

El estudio también identificó infecciones virales previas como un factor de riesgo importante. Virus como el Epstein-Barr, Citomegalovirus, Hepatitis C, HTLV-1 e incluso el Helicobacter pylori fueron señalados como posibles desencadenantes del síndrome.

Las manifestaciones clínicas más frecuentes incluyen:

  • Xeroftalmia y xerostomía
  • Manifestaciones cutáneas como queratitis
  • Dolor musculoesquelético
  • Síntomas sistémicos en algunos casos, como afecciones pulmonares o cardiovasculares

Tratamiento y calidad de vida

El 80.5% de los pacientes recibe tratamiento inicial con glucocorticoides, buscando controlar la inflamación y frenar la “tormenta de citoquinas” provocada por la enfermedad. El resto requiere terapias personalizadas según el compromiso sistémico. El enfoque sigue siendo predominantemente sintomático y antiinflamatorio, lo que refleja la necesidad de continuar avanzando en opciones terapéuticas específicas.

A pesar del tratamiento, el 19.5% de los pacientes experimenta un deterioro significativo en su calidad de vida, enfrentando fatiga crónica, ansiedad, depresión, dificultad para la marcha e incluso discapacidad. Ocho de los artículos analizados coincidieron en que el SS tiene un impacto importante en la salud mental y física de los pacientes. 

Los autores señalan que el Síndrome de Sjögren, aunque a menudo subestimado, es una condición que demanda mayor conciencia médica y social. Su complejidad obliga a los profesionales de la salud a mantenerse alertas ante sus múltiples formas de presentación y a buscar constantemente alternativas terapéuticas innovadoras para un manejo más eficaz y empático.

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