Cierre percutáneo de una rotura del tabique ventricular postinfarto en un paciente de 73 años

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Pese a la recomendación médica de un cierre percutáneo diferido, el paciente optó inicialmente por el alta voluntaria. Imagen de caso.

Un hombre de 73 años logró recuperarse con éxito de una grave complicación cardíaca derivada de un infarto gracias a un procedimiento de cierre percutáneo, evitando así los riesgos asociados a la cirugía cardíaca mayor. El caso, recientemente reportado por especialistas, pone en evidencia la utilidad de esta técnica mínimamente invasiva en pacientes de edad avanzada con rotura isquémica del tabique ventricular.

Una complicación poco frecuente y de alto riesgo

La comunicación interventricular adquirida es una consecuencia poco común, pero potencialmente mortal, del infarto de miocardio transmural. Se estima que su tratamiento, ya sea quirúrgico o percutáneo, conlleva una mortalidad superior al 40 %. La detección temprana y la intervención oportuna por parte de un equipo especializado son cruciales para mejorar el pronóstico.

En este caso, el paciente ingresó al hospital tras sufrir un infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST. La angiografía coronaria reveló enfermedad de dos vasos, y se le implantó un stent en la arteria descendente anterior izquierda. Una ecocardiografía transtorácica realizada posteriormente detectó una comunicación interventricular apical, es decir, una rotura en la pared que separa las dos cavidades inferiores del corazón.

Elección terapéutica y resultado exitoso

Pese a la recomendación médica de un cierre percutáneo diferido, el paciente optó inicialmente por el alta voluntaria. Sin embargo, dos semanas después fue reingresado con disnea y dolor torácico, síntomas que confirmaban el deterioro de su condición.

Dado su estado clínico, la viabilidad técnica del procedimiento y el alto riesgo que implicaba una intervención quirúrgica, se decidió realizar el cierre del defecto mediante un abordaje percutáneo. La recuperación transcurrió sin complicaciones, y en el seguimiento ambulatorio el paciente se encontraba en clase funcional I de la NYHA, lo que indica ausencia de limitación en la actividad física habitual.

El caso resalta la necesidad de una evaluación integral que tenga en cuenta tanto el estado hemodinámico como las preferencias del paciente al momento de elegir el tratamiento. Además, el diagnóstico precoz sigue siendo fundamental. Las herramientas clave incluyen la ecocardiografía transtorácica o transesofágica, y en algunos casos, la resonancia magnética cardíaca. 

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