En Estados Unidos, la genealogía forense se ha consolidado como una disciplina clave para resolver casos con implicaciones legales que, con frecuencia, involucran a personas vivas. Lejos de limitarse a rastrear árboles familiares por curiosidad, estos especialistas aplican métodos de investigación exhaustivos para identificar herederos, establecer parentescos o apoyar procesos judiciales.
Un genealogista forense puede ser convocado como testigo experto en un tribunal, entregar declaraciones juradas o elaborar informes siguiendo los estándares de la Junta de Certificación de Genealogistas.
Su labor abarca desde localizar herederos desconocidos en casos de sucesiones intestadas, hasta participar en procesos de repatriación militar, ayudando a devolver los restos de soldados a sus familias mediante análisis de ADN.
Otros campos de actuación incluyen:
- Determinar parentescos en adopciones, tutelas o acogimientos.
- Resolver disputas sobre tierras, títulos de propiedad o derechos sobre recursos como petróleo y gas.
- Ayudar a clientes a obtener doble nacionalidad o ciudadanía.
- Colaborar con oficinas forenses para identificar familiares de restos no reclamados.
- Investigar procedencia en casos de propiedad intelectual o demandas colectivas.
La genealogía forense no se limita a documentos y registros. Según la experta Colleen M. Fitzpatrick, también implica análisis fotográfico para ubicar lugares o fechas, estudiar contextos históricos familiares, examinar leyes antiguas sobre matrimonio, y analizar ADN para detectar coincidencias o discrepancias genéticas. Incluso se emplean técnicas como el cladograma del cromosoma Y para mapear ramas familiares.
Aunque hoy la profesión está en expansión, sus raíces se remontan a mediados del siglo XX. Pioneros como Paul Noot y Herb Saxton ya ejercían en las décadas de 1950 y 1960, especializándose en la búsqueda de herederos desconocidos. En los años 80 apenas existían unas pocas firmas importantes en el país, lo que convertía la genealogía forense en un campo altamente especializado.
En la actualidad, centros como el Instituto Salt de Genealogía o el Instituto Nacional de Estudios Genealógicos de EE. UU. ofrecen formación en esta disciplina, mientras asociaciones profesionales mantienen directorios de expertos certificados.
Lo que antes se conocía popularmente como “cazar herederos” hoy es una práctica profesional regulada, que combina historia, derecho, ciencia forense y tecnología genética para resolver casos complejos, cerrar capítulos legales y, en muchos casos, reunir familias que ni siquiera sabían que estaban separadas.