Cada latido del corazón no solo mantiene con vida al cuerpo, también influye en la manera en que pensamos y sentimos. Investigaciones recientes del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas señalan que la conexión entre el sistema cardiovascular y la mente ocurre en cuestión de milisegundos, mostrando que ambos están profundamente entrelazados.
Esta relación se refleja en la alta coincidencia entre enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión o el infarto y trastornos mentales, incluidos la depresión y la ansiedad.
Una relación bidireccional
Aunque aún no existe una explicación definitiva para esta coincidencia, se manejan varias hipótesis. Por un lado, el impacto psicológico de recibir un diagnóstico cardíaco podría desencadenar problemas de salud mental. Por otro, un estilo de vida poco saludable ligado a trastornos mentales podría aumentar el riesgo de enfermedades del corazón.
Los científicos sostienen que ambos aspectos no deben verse de manera aislada, sino como parte de un mismo sistema integrado: cada proceso físico (como un cambio en la presión arterial o el ritmo cardíaco) va acompañado de un proceso mental o emocional.
Microestados, mesoestados y macroestados
Los investigadores describen esta interacción como un sistema dinámico que se manifiesta en diferentes escalas de tiempo:
- Microestados: respuestas breves, como emociones intensas (ira o alegría).
- Mesoestados: situaciones de mayor duración, como el estrés agudo o crónico.
- Macroestados: condiciones a largo plazo, como enfermedades cardiovasculares o trastornos psicológicos.
De acuerdo con el neurólogo Arno Villringer, “las enfermedades mentales siempre tienen un componente cardiovascular, que puede no mostrar síntomas clínicos todavía, y viceversa”.
Implicaciones para la medicina y la prevención
Estas evidencias subrayan la necesidad de abordar tanto la salud mental como la cardiovascular de forma conjunta. En la prevención y tratamiento de cualquiera de las dos áreas, es clave considerar siempre la otra.
Además del corazón, otros sistemas del cuerpo, como el inmunológico, también interactúan de manera constante con el cerebro y la psique. Por eso, los expertos plantean ampliar este concepto de “estados cerebro-cuerpo” hacia un modelo más integral.
Con el fin de acercar este conocimiento a los más jóvenes, los investigadores publicaron recientemente un artículo en Frontiers for Young Minds (dirigido a lectores de 8 a 15 años), donde explican en un lenguaje sencillo cómo corazón y cerebro trabajan en conjunto.
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