La osteoporosis sigue siendo una enfermedad silenciosa, pero de alto impacto. Afecta a millones de personas en todo el mundo y suele pasar inadvertida hasta que aparece su primera manifestación: una fractura. Detrás de este evento, muchas veces hay años de pérdida ósea progresiva, sin síntomas visibles, pero con consecuencias que pueden comprometer la movilidad, la independencia y la calidad de vida.
Se calcula que ocurre una fractura osteoporótica cada tres segundos en el mundo. En personas mayores de 50 años, una de cada tres mujeres y uno de cada cinco hombres sufrirá al menos una fractura por fragilidad a lo largo de su vida. Estas lesiones, frecuentes en la columna, la cadera y la muñeca, son responsables de un alto grado de discapacidad y, en el caso de la cadera, pueden incluso aumentar la mortalidad durante el primer año posterior al evento.
El diagnóstico temprano representa un punto de inflexión. La medición de la densidad mineral ósea mediante densitometría (DXA) es el estándar de referencia, aunque los especialistas recomiendan complementarla con herramientas como FRAX®, que permiten calcular el riesgo de fractura a 10 años considerando factores clínicos, antecedentes y comorbilidades.
El envejecimiento poblacional y el aumento de la expectativa de vida han convertido a la osteoporosis en un desafío creciente para los sistemas de salud. Prevenir fracturas implica actuar de forma integral: fomentar la actividad física regular —clave para mantener masa muscular y equilibrio—, asegurar una nutrición adecuada con suficiente calcio y vitamina D, y reducir hábitos de riesgo como el tabaquismo o el consumo excesivo de alcohol.
Los especialistas coinciden en que el abordaje debe ser interdisciplinario. Reumatólogos, endocrinólogos, ginecólogos, nutricionistas y kinesiólogos juegan un papel esencial en la detección, tratamiento y seguimiento de los pacientes. Su trabajo conjunto permite anticipar riesgos, mejorar la adherencia terapéutica y preservar la autonomía.
En el marco del Día Mundial de la Osteoporosis, conmemorado cada 20 de octubre, la comunidad médica enfatiza la urgencia de pasar de la reacción a la prevención. Visibilizar esta enfermedad es más que una acción de concientización: es una oportunidad para actuar antes de la fractura, proteger la salud ósea y mejorar la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo.
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