Aún es la primera causa de muerte a nivel mundial pero las enfermedades cardíacas están cambiando

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La cardiología ha salvado millones de vidas en las últimas décadas, pero nuevos desafíos surgen a medida que la población envejece.

Durante los últimos 50 años, las muertes por enfermedades del corazón han disminuido significativamente, en especial las causadas por infartos. Un nuevo estudio publicado en la revista Journal of the American Heart Association revela que, desde 1970 hasta 2022, las tasas de mortalidad ajustadas por edad por enfermedades cardíacas cayeron un 66 %. Las muertes por infarto, específicamente, disminuyeron en casi un 90 %.

Este logro se debe en gran medida a avances médicos y tecnológicos como los cuidados coronarios intensivos, las cirugías de bypass, la angioplastia con balón y, más recientemente, los stents coronarios, junto con mejores medicamentos (como aspirina, betabloqueadores y estatinas) y una mayor conciencia pública sobre los factores de riesgo. Gracias a ello, muchas personas ahora sobreviven a eventos cardíacos que hace décadas eran prácticamente una sentencia de muerte.

Pero el corazón sigue siendo vulnerable: aumentan otras formas de enfermedad cardíaca

Si bien los infartos son menos letales hoy, han emergido nuevos protagonistas en la mortalidad cardiovascular: la insuficiencia cardíaca, las arritmias y las enfermedades del corazón causadas por la hipertensión. Según el estudio, en 1970 estas causas representaban apenas el 9 % de las muertes por enfermedades cardíacas. Para 2022, ya eran el 47 %.

La insuficiencia cardíaca –una condición crónica en la que el corazón no puede bombear sangre de forma eficaz– ha incrementado su tasa de mortalidad en un 146 %. Las muertes por arritmias (latidos irregulares) crecieron un 450 %, y las causadas por la hipertensión aumentaron en un 106 %. Estos cambios muestran cómo ha evolucionado la naturaleza de los desafíos cardíacos con el paso del tiempo.

¿Por qué ha cambiado la forma en que mueren las personas por enfermedad cardíaca?

Los investigadores explican que, paradójicamente, los avances que han permitido sobrevivir a un primer infarto también contribuyen a que los pacientes vivan más tiempo con daño cardíaco crónico. Esto puede derivar en insuficiencia cardíaca u otras complicaciones como las arritmias.

Además, el envejecimiento poblacional, junto con el aumento de factores de riesgo como la obesidad, la diabetes tipo 2, el sedentarismo y la hipertensión, agravan esta tendencia. Por ejemplo:

  • La obesidad pasó del 15 % en 1970 al 40 % en 2022.
  • Casi la mitad de los adultos en EE. UU. tiene prediabetes o diabetes tipo 2.
  • La hipertensión afecta a cerca del 50 % de los adultos estadounidenses.

En paralelo, la esperanza de vida aumentó de 70.9 años a 77.5 años, lo que implica que más personas viven lo suficiente como para desarrollar condiciones cardíacas crónicas.

Qué hemos hecho bien: logros que cambiaron la historia

Los avances médicos y de salud pública han sido cruciales para reducir las muertes por enfermedades cardíacas. Algunos de los más destacados incluyen:

  • Cuidados coronarios intensivos: creación de unidades especializadas en hospitales desde los años 60.
  • Cirugías cardíacas: como el bypass coronario y, más adelante, los stents para abrir arterias bloqueadas.
  • Medicamentos clave: aspirina, betabloqueadores, inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), estatinas y anticoagulantes han mejorado la sobrevida.
  • Diagnóstico más preciso: con marcadores cardíacos como la troponina ultrasensible.
  • Políticas públicas: leyes antitabaco, campañas de actividad física y cambios en las guías clínicas.

Todo esto ha permitido actuar más rápido ante un infarto y reducir las probabilidades de un segundo evento.

Desafíos actuales: una enfermedad que cambia de rostro

Aunque los infartos ya no sean la principal causa de muerte dentro de las enfermedades cardíacas, la lucha está lejos de terminar. Ahora enfrentamos el reto de tratar y prevenir condiciones crónicas como la insuficiencia cardíaca y las arritmias, que requieren atención continua, medicina personalizada y un enfoque multidisciplinario.

La doctora Latha Palaniappan, investigadora principal del estudio, lo resume así: “Ya no se trata solo de sobrevivir a un infarto, sino de envejecer con un corazón sano”.

¿Qué podemos hacer? Prevención desde hoy

La prevención sigue siendo el pilar más poderoso. La Asociación Americana del Corazón propone seguir las “8 Esenciales para una vida saludable”, que combinan hábitos y factores clínicos para cuidar el corazón:

  1. Comer mejor (más frutas, vegetales y fibra).
  2. Ser más activo físicamente.
  3. Dejar el tabaco.
  4. Dormir bien.
  5. Mantener un peso saludable.
  6. Controlar el colesterol.
  7. Manejar la glucosa.
  8. Controlar la presión arterial.

Adoptar estos hábitos desde edades tempranas puede evitar que muchas de estas condiciones se desarrollen o progresen.

Conclusión: un cambio de estrategia para un corazón más longevo

En 50 años, hemos cambiado el destino de millones de personas con enfermedad cardiovascular. Pero el rostro de la enfermedad también ha cambiado. Menos muertes por infarto significan más vidas con enfermedades cardíacas crónicas. El enfoque de la medicina del futuro debe incluir:

  • Prevención integral desde la infancia.
  • Mejor atención al paciente crónico.
  • Educación pública continua.
  • Más investigación sobre los nuevos desafíos del corazón que envejece.

Aunque hemos ganado batallas importantes, la guerra contra la enfermedad cardíaca continúa. Y el arma más poderosa sigue siendo la prevención.

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