COVID-19 impacta más gravemente a los riñones que la neumonía a largo plazo

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El virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19, puede infectar directamente las células renales y provocar inflamación y disfunción a largo plazo.

En los últimos años, los investigadores han descubierto que la COVID-19 tiene un impacto significativo en la función renal, incluso mayor que la neumonía causada por otras infecciones. Este hallazgo resalta la importancia de monitorear la salud renal de los pacientes que sobreviven al virus, especialmente aquellos que han requerido hospitalización. El estudio, liderado por Viyaasan Mahalingasivam, MPhil, del London School of Hygiene & Tropical Medicine, aporta datos clave para comprender esta problemática.

¿Qué se investigó?

La investigación analizó cómo la infección por SARS-CoV-2 afecta la función renal a largo plazo, medida a través de la tasa de filtración glomerular estimada (eGFR). Los investigadores utilizaron datos del Stockholm Creatinine Measurements Project, incluyendo a 134,565 personas con un primer diagnóstico de COVID-19 entre febrero de 2020 y enero de 2022. Este grupo fue comparado con 35,987 pacientes diagnosticados con neumonía entre febrero de 2018 y enero de 2020.

Antes de la infección, los cambios en eGFR eran mínimos en ambos grupos. Sin embargo, tras la COVID-19, la función renal mostró un declive mucho más pronunciado. Además, los pacientes hospitalizados por COVID-19 experimentaron una disminución aún mayor en su eGFR anual comparado con los pacientes hospitalizados por neumonía.

Principales hallazgos

  • Declive en la función renal:
    • En pacientes con COVID-19, el declive promedio en la eGFR fue de 3.4% anual, aumentando a 5.4% en aquellos hospitalizados.
    • En el grupo de neumonía, el declive fue de 2.3% anual, sin cambios significativos entre hospitalizados y no hospitalizados.
  • Riesgo de reducción significativa de la eGFR:
    • Los pacientes con COVID-19 tenían un 19% más de probabilidades de experimentar una reducción del 25% en su eGFR en comparación con los pacientes con neumonía.
    • Este riesgo aumentaba al 42% en aquellos que necesitaron hospitalización.

Implicaciones para la práctica clínica

Estos resultados subrayan la necesidad de monitorear la función renal de los sobrevivientes de COVID-19, especialmente en casos graves que requirieron hospitalización. Este monitoreo podría ayudar a prevenir complicaciones renales a largo plazo y optimizar la atención sanitaria.

Los autores del estudio también destacan que estos hallazgos podrían influir en la planificación de los servicios de salud, incluyendo los destinados a la atención de enfermedades renales.

Limitaciones del estudio

Aunque el estudio aporta información valiosa, también tiene limitaciones. No se incluyeron factores como el índice de masa corporal o la etnicidad, que podrían influir en los resultados. Además, el seguimiento no fue lo suficientemente largo para evaluar completamente los efectos a largo plazo de la COVID-19 en la función renal.

Contexto adicional

La COVID-19 ha sido asociada previamente con lesiones renales agudas durante la fase activa de la infección. Esto se debe a factores como la inflamación sistémica, la coagulación intravascular diseminada y la lesión directa por el virus en los tejidos renales. Este nuevo estudio amplía el entendimiento al demostrar cómo la infección afecta también la salud renal a largo plazo.

Por otro lado, aunque las lesiones renales son menos comunes en la neumonía, esta sigue siendo una infección grave que puede comprometer otros órganos en casos severos. La comparación entre ambos grupos permite destacar la singularidad de la COVID-19 en términos de su impacto renal.

Conclusión

La COVID-19 no solo afecta los pulmones y el sistema inmunológico, sino que también tiene repercusiones significativas en la salud renal, superando incluso a la neumonía en este aspecto. Reconocer esta conexión es crucial para brindar una atención integral a los pacientes que han superado el virus y para diseñar estrategias de cuidado que minimicen las secuelas a largo plazo.

Fuente

Este artículo se basa en un estudio publicado en JAMA Network Open y liderado por el equipo de Viyaasan Mahalingasivam del London School of Hygiene & Tropical Medicine.

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