Descubren la sofisticada estrategia del herpes labial para manipular el genoma humano

frame fotos notas ph latam (46)
El virus del herpes labial (VHS-1) puede permanecer dormido en los nervios del rostro durante años y reactivarse por estrés, fiebre o exposición al sol sin que la persona sepa que aún lo porta.

El virus del herpes simple tipo 1 (VHS-1), conocido por causar el clásico herpes labial, afecta a más de dos tercios de la población mundial menor de 50 años. Aunque la mayoría de los casos se consideran leves, este virus pertenece a una familia con un comportamiento biológico altamente complejo. Hoy, gracias a una innovadora investigación realizada en el Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona, se ha revelado un mecanismo insospechado: el VHS-1 reorganiza la arquitectura tridimensional del genoma humano para facilitar su propagación. Este descubrimiento no solo redefine lo que sabíamos sobre la biología viral, sino que también abre una puerta esperanzadora para desarrollar nuevas estrategias terapéuticas.

¿Cómo secuestra el virus la célula?

Todos los virus son parásitos intracelulares: no pueden reproducirse por sí solos y deben invadir células vivas para multiplicarse. El VHS-1 no es la excepción. Pero este virus, además de invadir, redecora el espacio interior de la célula. De forma concreta, reorganiza el genoma humano dentro del núcleo celular para facilitar el acceso a los genes más útiles para su propia replicación.

Este proceso de remodelación no es un efecto colateral de la infección: es una acción intencionada y precisa que el virus ejecuta desde las primeras horas del contagio. Gracias a técnicas avanzadas como la microscopía de superresolución y el análisis de interacción de fragmentos de ADN (Hi-C), los investigadores han observado cómo el virus utiliza enzimas humanas para alterar la forma en que el ADN se empaqueta y distribuye en el núcleo.

Uno de los actores clave en este proceso es la enzima topoisomerasa I. Normalmente, esta proteína humana ayuda a desenrollar el ADN durante la transcripción, un proceso fundamental para que las células fabriquen proteínas. Sin embargo, el VHS-1 secuestra esta enzima para redirigir sus funciones hacia la formación de “fábricas virales”, centros dentro del núcleo donde se producen nuevas copias del virus.

Un efecto dominó en el genoma

El estudio reveló que, tras la infección, el virus logra desviar una gran cantidad de ARN polimerasa II (una enzima esencial para la transcripción genética), junto con topoisomerasa I y cohesina (otra proteína estructural), hacia sus compartimentos de replicación. En tan solo tres horas, la actividad genética normal de la célula se colapsa: la transcripción disminuye drásticamente, y el genoma humano comienza a compactarse como nunca antes se había documentado.

La cromatina –la estructura que agrupa el ADN y proteínas dentro del núcleo– pasa a ocupar apenas un 30% de su volumen original, en una especie de “encogimiento de emergencia”. Esta compactación extrema parecía, hasta ahora, una causa de la inactividad genética. Pero sorprendentemente, los investigadores encontraron que la secuencia de eventos ocurre al revés: primero se detiene la transcripción y luego se produce la compactación, lo que podría cambiar nuestra comprensión de la relación entre estructura genómica y función.

Un blanco terapéutico prometedor

Quizá lo más relevante desde el punto de vista clínico es que, al inhibir selectivamente la enzima topoisomerasa I en cultivos celulares, se logró frenar por completo la reorganización del genoma y detener la infección antes de que el virus pudiera formar nuevas partículas. Esta evidencia experimental convierte a esta enzima en un objetivo terapéutico potencial de altísimo valor.

Si futuros estudios confirman estos resultados en modelos animales y humanos, podríamos estar ante una nueva estrategia antiviral que evite los efectos secundarios de los tratamientos actuales y que también prevenga la formación de cepas resistentes.

Vale la pena recordar que, aunque el VHS-1 suele manifestarse con lesiones labiales esporádicas, en personas inmunocomprometidas o recién nacidos puede provocar enfermedades graves como encefalitis, meningitis o ceguera. En estos contextos, contar con herramientas que frenen la infección en sus etapas iniciales podría ser determinante.

Un desafío global en salud pública

El herpes simple tipo 1 es una de las infecciones virales más comunes en el ser humano. Se estima que alrededor de 3.700 millones de personas conviven con este virus. Si bien las manifestaciones clínicas suelen ser leves, el verdadero reto reside en su naturaleza latente: una vez dentro del cuerpo, el virus puede “esconderse” en el sistema nervioso durante años, reactivándose periódicamente sin que se logre eliminar por completo.

Además, las cepas resistentes a los tratamientos antivirales como el aciclovir están en aumento. Esto convierte a estudios como el del CRG en piezas clave para el diseño de terapias más eficaces, dirigidas a la raíz del problema y no solo al control de síntomas.

Una infección común con una estrategia sorprendente: de la ciencia básica a la medicina del futuro

Este estudio representa un salto cualitativo en nuestra comprensión del herpes labial, revelando no solo su capacidad para alterar la biología celular, sino también señalando una vulnerabilidad que puede ser aprovechada para detener su ciclo de vida. La capacidad del virus para remodelar el genoma humano es impresionante, pero más lo es el hecho de que un solo componente –la enzima topoisomerasa I– sea clave en esta maniobra.

Como sociedad médica y científica, esta clase de hallazgos nos recuerda la importancia de la investigación en biología molecular para encontrar soluciones a problemas que afectan a millones. El herpes simple tipo 1, pese a ser “familiar” y común, sigue escondiendo secretos cuya comprensión puede revolucionar nuestra forma de combatirlo.

Con nuevas dianas terapéuticas a la vista y herramientas tecnológicas cada vez más precisas, nos acercamos un poco más a la posibilidad de controlar –y tal vez algún día erradicar– una infección que hoy vive silenciosamente en dos de cada tres personas.

Últimos artículos