La relación entre el entorno en el que vivimos y nuestra salud mental es más estrecha de lo que parece. Así lo afirma el psiquiatra y psicoterapeuta José Luis Marín López, quien en una entrevista explicó la denominada regla del 3-30-300, una guía sencilla que puede marcar la diferencia en el bienestar emocional de las personas y sus familias.
“La salud mental cada día toma más relevancia y algunos estudios muestran cómo el entorno físico juega un papel fundamental, especialmente la naturaleza, ya que esta actúa como un potente factor protector a la hora de tratar el malestar psíquico”, señaló el especialista en el pódcast Lo que tú digas. Fue allí donde compartió esta regla que, aunque simple, tiene un impacto profundo.
¿En qué consiste la regla 3-30-300?
Según explicó Marín, la regla establece tres condiciones básicas que todo entorno urbano debería cumplir:
- Ver al menos tres árboles desde la ventana o balcón de la casa.
- Vivir en un barrio con al menos un 30% de cobertura vegetal.
- Estar a un máximo de 300 metros de un parque o zona verde.
El cumplimiento de estos tres requisitos puede reducir significativamente el riesgo de sufrir malestar psíquico. “Las desgracias, como se dice en el refrán, nunca vienen solas. Casi siempre van acompañadas de síntomas físicos y dificultades en la vida diaria, desde problemas en las relaciones personales hasta complicaciones en el trabajo o el estudio”, afirmó el psiquiatra.
Más allá del número de árboles o metros, Marín pone el foco en la influencia del entorno sobre el equilibrio emocional. “El malestar psicológico afecta todas las áreas del funcionamiento humano, y dividir estos síntomas en categorías separadas es un enfoque artificial que no refleja la complejidad del ser humano ni su contexto. Por eso, cuidar el entorno en el que vivimos es fundamental para el bienestar integral”, sostuvo.
Un enfoque integral de la salud mental
Pese a los beneficios comprobados, la gran mayoría de personas no vive en entornos que cumplan con la regla del 3-30-300. Marín considera que esto responde no solo a deficiencias en el diseño urbano, sino también a una visión reduccionista de la salud mental, centrada en lo individual y no en lo contextual.
Lo que propone el especialista es un enfoque más amplio que contemple tanto la historia personal como el lugar en que se desarrolla la vida cotidiana. “No aplicarla [la regla] multiplica hasta por siete el riesgo de presentar sufrimiento psíquico otra vez”, alertó.
En tiempos donde el estrés, la ansiedad y la desconexión emocional afectan a millones de personas, la regla del 3-30-300 se presenta como un recordatorio contundente: la naturaleza no es solo estética o recreativa, también es medicina.