Disfunción del piso pélvico: cuando el soporte falla y la vida cotidiana se ve afectada

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El fortalecimiento y la rehabilitación del piso pélvico pueden mejorar la función y prevenir complicaciones a largo plazo.

La disfunción del piso pélvico (PFD) abarca un conjunto de trastornos musculares y del tejido conectivo que afectan la función de la vejiga, el intestino y la esfera sexual. Aunque es más frecuente en mujeres, también puede presentarse en hombres, con consecuencias que impactan de forma profunda la calidad de vida.

¿Qué es la disfunción del piso pélvico?

El piso pélvico está conformado por músculos, ligamentos y fascias que sostienen órganos como la vejiga, el útero, el recto y la próstata. Cuando este sistema de soporte pierde su coordinación o tono adecuado, surgen síntomas que pueden incluir incontinencia urinaria, estreñimiento, dolor pélvico y alteraciones sexuales.

Se estima que una de cada cuatro mujeres adultas padece algún tipo de disfunción del piso pélvico, aunque muchos casos permanecen sin diagnóstico. En hombres, puede presentarse en el contexto de síndromes de dolor pélvico crónico, con manifestaciones como disfunción eréctil o eyaculación precoz.

El piso pélvico forma una estructura en forma de domo compuesta por varias capas musculares, entre ellas el levator ani, responsable de sostener los órganos pélvicos y mantener la continencia. Su función depende de la coordinación con el diafragma y la pared abdominal para regular la presión interna durante actividades como toser o evacuar.

Una estructura clave es el puborrectalis, que forma una especie de “sling” o cabestrillo alrededor del recto y permite el control de la defecación. La inervación proviene principalmente del nervio pudendo y de vías autonómicas que modulan el tono muscular y los reflejos involuntarios.

Tipos de disfunción: hipertonía e hipotonía

Las disfunciones del piso pélvico pueden dividirse en dos grandes grupos:

  • Hipertonía, cuando los músculos están excesivamente tensos e incapaces de relajarse, lo que causa dolor, dificultad para evacuar o molestias durante las relaciones sexuales.
  • Hipotonía, cuando los músculos pierden fuerza y tono, lo que puede conducir a incontinencia urinaria por esfuerzo o al prolapso de órganos pélvicos (POP).

En algunos casos, los músculos pueden estar a la vez débiles y tensos, lo que complica el diagnóstico y el tratamiento. Por ello, la terapia debe ser personalizada para evitar que ejercicios de fortalecimiento empeoren una condición hiperactiva.

Consecuencias en la salud

La disfunción del piso pélvico puede afectar distintas funciones corporales:

  • Urinaria: la hipotonía aumenta el riesgo de incontinencia, mientras que la hipertonía puede generar urgencia, frecuencia o dolor al orinar.
  • Intestinal: la falta de tono provoca incontinencia fecal, mientras que el exceso de tensión causa estreñimiento por dificultad para relajar el músculo puborrectalis.
  • Sexual: tanto el dolor pélvico como la debilidad muscular pueden reducir el placer sexual y afectar la intimidad.

En hombres con síndrome de dolor pélvico crónico, la prevalencia de disfunción eréctil alcanza el 34 %, y la eyaculación precoz el 35 %.

Factores de riesgo

El envejecimiento, el aumento del índice de masa corporal y la multiparidad son factores asociados a un mayor riesgo de PFD. En las mujeres, el embarazo y el parto vaginal son las principales causas, debido a posibles lesiones del levator ani o del esfínter anal.

Otros factores incluyen la menopausia, la obesidad, la tos crónica, el estreñimiento persistente y cualquier condición que eleve la presión intraabdominal de manera sostenida.

Diagnóstico y evaluación

El diagnóstico requiere una historia clínica detallada, un examen físico especializado y, en algunos casos, pruebas complementarias como estudios urodinámicos, electromiografía o resonancia magnética, que permiten visualizar defectos anatómicos.

Además, existen cuestionarios validados como el PFDI-20, que ayudan a cuantificar la severidad de los síntomas y su impacto en la vida diaria.

Tratamiento y manejo

El abordaje de primera línea suele ser conservador, centrado en el entrenamiento de los músculos del piso pélvico (PFMT). Sin embargo, una revisión Cochrane de 2025 mostró que el uso de biofeedback ofrece beneficios mínimos adicionales frente al entrenamiento convencional.

En los casos de prolapso de órganos pélvicos (POP), los pesarios vaginales representan una alternativa efectiva no quirúrgica. Cuando la incontinencia urinaria es severa, se puede recurrir a procedimientos quirúrgicos como los slings de soporte uretral.

El uso de mallas transvaginales para reparar el prolapso, antes frecuente, fue restringido en Estados Unidos desde 2019 por riesgos de complicaciones. Actualmente, la colocación abdominal de malla para sacrocolpopexia continúa siendo una opción segura en casos seleccionados.

La disfunción del piso pélvico es un problema de salud común, pero muchas veces silenciado. Reconocer sus síntomas y buscar atención temprana permite mejorar la función urinaria, intestinal y sexual, reduciendo complicaciones a largo plazo.

La personalización del tratamiento, que puede incluir fisioterapia, soporte mecánico o cirugía, es fundamental para devolver estabilidad y calidad de vida a quienes conviven con esta condición.

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