Un reciente hallazgo científico podría transformar nuestra comprensión del Alzheimer y, más importante aún, abrir nuevas oportunidades para su prevención. Los investigadores han identificado que un tipo específico de grasa corporal, llamada grasa visceral, está relacionado con la acumulación de proteínas anormales en el cerebro, sello distintivo de esta enfermedad, hasta 20 años antes de que aparezcan los primeros síntomas de Alzheimer. Este descubrimiento, presentado en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de América del Norte (RSNA), subraya la importancia de adoptar hábitos saludables para reducir este tipo de grasa como una estrategia preventiva.
¿Qué es la grasa visceral y por qué es importante?
La grasa visceral es aquella que se encuentra profundamente almacenada alrededor de los órganos internos, en contraste con la grasa subcutánea, que se encuentra justo debajo de la piel. Según el estudio, niveles elevados de grasa visceral están relacionados con un aumento en la acumulación de proteínas tóxicas como el amiloide y la tau en el cerebro, proteínas que juegan un papel central en el desarrollo del Alzheimer. Este efecto se observó en personas de mediana edad (entre los 40 y 50 años), cuando el Alzheimer aún no ha manifestado síntomas clínicos, pero su patología ya está en marcha.
“La grasa visceral explica el 77% del impacto del índice de masa corporal (IMC) elevado sobre la acumulación de amiloide en el cerebro”, señaló la Dra. Mahsa Dolatshahi, investigadora principal del estudio. Esto significa que no es solo el peso corporal elevado el que importa, sino específicamente el tipo y la ubicación de la grasa.
¿Qué es el Alzheimer y cuáles son sus efectos?
El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta principalmente a personas mayores y es la causa más común de demencia en el mundo. Se caracteriza por la acumulación anormal de dos proteínas en el cerebro: el beta-amiloide, que forma placas entre las células nerviosas, y la tau, que se enreda dentro de las neuronas. Estas acumulaciones interrumpen la comunicación entre las células cerebrales y, eventualmente, provocan su muerte. Con el tiempo, el daño cerebral afecta funciones como la memoria, el pensamiento y el comportamiento, llevando a una pérdida gradual de la autonomía. Aunque aún no tiene cura, investigaciones recientes están ayudando a entender mejor cómo prevenir o retrasar su aparición al identificar factores de riesgo modificables, como la obesidad y los trastornos metabólicos.
Los números detrás del problema del Alzheimer
El Alzheimer afecta actualmente a 6.9 millones de estadounidenses mayores de 65 años, y se espera que esta cifra supere los 13 millones para 2050 si no se desarrollan tratamientos efectivos. Comprender factores de riesgo modificables, como el exceso de grasa visceral, representa una oportunidad para intervenir antes de que la enfermedad se manifieste.
En el estudio, participaron 80 adultos cognitivamente sanos, con un promedio de edad de 49.4 años. Más de la mitad (57.5%) eran obesos y presentaban un IMC promedio de 32.31. Los participantes se sometieron a estudios avanzados como resonancias magnéticas para medir la grasa corporal y tomografías por emisión de positrones (PET) para detectar las proteínas relacionadas con el Alzheimer en el cerebro.
Además de la grasa visceral, se evaluaron otros factores como la grasa subcutánea, la resistencia a la insulina y los niveles de colesterol HDL (“colesterol bueno”). Se encontró que la resistencia a la insulina y los niveles bajos de HDL también están asociados con una mayor acumulación de amiloide en el cerebro.
¿Qué significa este hallazgo para la prevención del Alzheimer?
El hallazgo tiene importantes implicaciones para la salud pública, ya que tres de cada cuatro estadounidenses son obesos o tienen sobrepeso. Según el Dr. Cyrus A. Raji, coautor del estudio, “Saber que la obesidad visceral afecta negativamente al cerebro abre la posibilidad de tratar esta condición con modificaciones en el estilo de vida o medicamentos para la pérdida de peso. Esto podría mejorar el flujo sanguíneo cerebral y reducir el riesgo de Alzheimer”.
Es fundamental destacar que la prevención no se limita a reducir el peso general. El estudio demuestra que es crucial abordar específicamente la grasa visceral y los problemas metabólicos asociados, como la resistencia a la insulina. “Modificar estos factores en etapas tempranas, como en la mediana edad, es mucho más efectivo para prevenir o retrasar el Alzheimer”, enfatizó la Dra. Dolatshahi.
Más allá del IMC: el papel de la tecnología en la prevención del Alzheimer
Tradicionalmente, el índice de masa corporal (IMC) ha sido una medida común para evaluar riesgos de salud relacionados con la obesidad. Sin embargo, este estudio fue más allá, utilizando resonancias magnéticas para medir con precisión la distribución de la grasa corporal. Esta tecnología permitió identificar diferencias críticas entre la grasa visceral y la subcutánea, y cómo cada una afecta al cerebro.
Aunque el Alzheimer sigue siendo una enfermedad compleja, este estudio ofrece un rayo de esperanza en la forma de prevenirla mucho antes de sus síntomas. Adoptar un estilo de vida saludable, con una dieta equilibrada, ejercicio regular y control de factores metabólicos, podría ser una herramienta poderosa para proteger el cerebro a largo plazo. Además, destaca la importancia de la investigación continua para identificar intervenciones tempranas que puedan frenar o prevenir enfermedades neurodegenerativas.
En resumen, estos hallazgos nos recuerdan que el cuidado de nuestra salud a mediana edad no solo influye en cómo nos sentimos en el presente, sino que también puede moldear nuestro futuro cognitivo.