La muerte es uno de los mayores misterios de la humanidad. Históricamente, la ciencia ha considerado que la conciencia es un producto del cerebro y que, al cesar la actividad cerebral, la conciencia desaparece. Sin embargo, numerosos testimonios de personas que han experimentado experiencias cercanas a la muerte (ECM) han desafiado esta idea. Un nuevo estudio, liderado por la doctora Luján Comas, se ha propuesto investigar este fenómeno con rigurosidad científica.
El misterio de las experiencias cercanas a la muerte
Cuando una persona entra en muerte clínica, su corazón deja de latir, la sangre deja de irrigar el cerebro y la actividad neuronal desaparece. En términos médicos, el individuo está muerto. Sin embargo, hay pacientes que, tras ser reanimados, han contado historias extraordinarias. Muchos de ellos aseguran haber tenido experiencias más reales que la propia realidad: se vieron fuera de su cuerpo, observaron su reanimación desde otro punto de la habitación, sintieron una paz inmensa o se encontraron con seres queridos fallecidos.
El Proyecto Luz, respaldado por la Fundación Icloby, busca respuestas. Esta investigación multicéntrica cuenta con la colaboración de 14 hospitales, entre ellos el Clínic de Barcelona y el Ramón y Cajal de Madrid. Su objetivo es seguir durante ocho años a 344 pacientes que han experimentado ECM, con el fin de determinar si la conciencia es independiente del cerebro.
¿Somos más que materia?
El paradigma materialista sostiene que la conciencia es un subproducto del cerebro. Sin embargo, las ECM parecen desafiar esta teoría. En numerosos casos, los pacientes han descrito con detalle eventos que ocurrieron mientras estaban en muerte clínica. Esta paradoja sugiere que la conciencia podría existir más allá de la actividad cerebral.
Luján Comas y su equipo trabajan con la hipótesis de que la conciencia no es local, sino que se asemeja a una especie de «campo de información» que el cerebro capta y procesa, como una antena. Esta idea se alinea con las teorías de científicos como el cardólogo Pim van Lommel, quien ha argumentado que la conciencia es eterna y no depende del tiempo ni del espacio.
Impacto en la vida de los pacientes
Uno de los aspectos más llamativos de las ECM es su impacto en la vida de quienes las experimentan. Según estudios previos, más del 70% de las personas que han vivido una ECM cambian radicalmente su forma de ver el mundo. Muchos dejan sus trabajos, buscan una vida más espiritual (sin necesariamente volverse religiosos), se divorcian o desarrollan un profundo respeto por la naturaleza y los seres vivos.
A diferencia de las alucinaciones, que suelen generar confusión y ansiedad, las ECM dejan una huella positiva y transformadora en quienes las experimentan. Esto refuerza la idea de que son más que simples ilusiones del cerebro agonizante.
Un estudio sin precedentes
El Proyecto Luz sigue una metodología rigurosa. Cada paciente es sometido a una serie de pruebas y cuestionarios diseñados para medir cambios en su percepción de la vida tras la ECM. Se compararán estos resultados con los de un grupo de control, compuesto por personas que han sufrido una parada cardíaca pero no han tenido una ECM.
Uno de los referentes de este estudio es la investigación realizada en 2001 por Pim van Lommel, publicada en The Lancet, que también analizó a 344 pacientes. En dicho estudio, el 18% de los participantes relataron haber tenido una ECM, aunque el porcentaje varía entre el 6% y el 25% según distintas investigaciones.
Testimonios sorprendentes
Uno de los casos más impactantes es el del neurocirujano Eben Alexander. Durante años, Alexander fue escéptico respecto a las ECM, hasta que vivió una en carne propia. En 2008, contrajo una meningitis bacteriana severa que lo dejó en coma durante una semana. Los médicos no tenían esperanzas de recuperación y recomendaron desconectarlo del soporte vital. Sin embargo, despertó de forma inexplicable y relató una experiencia trascendental en la que fue guiado por una joven desconocida.
Meses después, descubrió que esa joven era su hermana biológica, a quien nunca conoció en vida, pues fue dado en adopción al nacer. La historia de Alexander se suma a otras muchas que desafían nuestra comprensión de la conciencia y la muerte.
Hipótesis versus realidad
El estudio de las ECM abre una ventana a un tema fascinante: la posibilidad de que la conciencia continúe existiendo más allá de la muerte clínica. Si los hallazgos del Proyecto Luz respaldan esta hipótesis, podrían cambiar radicalmente la visión científica sobre la mente y la existencia.
Aún queda mucho por investigar, pero una cosa es clara: la ciencia está comenzando a explorar un territorio que podría redefinir lo que significa estar vivo y consciente. Quizá, como sugieren algunos investigadores, la muerte no sea el fin, sino una transición a otra forma de existencia.