La infección por Helicobacter pylori (H. pylori) continúa representando un problema de salud pública relevante debido a su alta prevalencia global y a las crecientes tasas de resistencia a los antibióticos.
Cerca del 50% de la población mundial está infectada con este microorganismo, con variaciones significativas en su prevalencia en distintas regiones y entre diferentes grupos raciales y étnicos en Estados Unidos.
Este patógeno se asocia frecuentemente con condiciones de vida de bajo nivel socioeconómico, higiene deficiente, contacto interpersonal cercano y edad avanzada.
Alrededor del 10% al 20% de las personas infectadas desarrollarán enfermedades ulcerosas gástricas o duodenales, mientras que se estima que aproximadamente el 80% de los casos de cáncer gástrico no relacionados con el cardias son causados por H. pylori. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo clasificó como un agente cancerígeno del grupo 1 en 1994.
El tratamiento recomendado incluye la administración de inhibidores de la bomba de protones en combinación con antibióticos durante un período de 10 a 14 días. La terapia cuádruple con bismuto ha demostrado ser especialmente eficaz, con una tasa de éxito cercana al 90%.
Sin embargo, la resistencia creciente a los antibióticos subraya la importancia de realizar pruebas de susceptibilidad, particularmente cuando la terapia inicial no es exitosa.
En los últimos años, han surgido nuevas alternativas terapéuticas, como el uso de bloqueadores de ácido competitivos con potasio (P-CAB), siendo el vonoprazan una opción recientemente aprobada que ofrece ventajas significativas, incluyendo una acción rápida y una mayor efectividad.
La comunidad médica destaca la necesidad de adaptar los tratamientos según los patrones locales de resistencia, los resultados de pruebas específicas y las características de cada paciente para lograr una gestión exitosa de la infección por H. pylori y reducir su impacto en la salud global.