La Enfermedad Arterial Periférica (EAP) es una condición crónica caracterizada por la formación de placas en las arterias de las piernas, lo que gradualmente restringe el flujo sanguíneo hacia los tejidos de las extremidades inferiores. Esta enfermedad afecta a más de 10 millones de personas en los Estados Unidos, y en Puerto Rico, donde la prevalencia de diabetes es alta, la incidencia de EAP también es significativa.
La EAP suele ser asintomática en sus etapas iniciales. Sin embargo, si no se diagnostica y trata adecuadamente, aumenta el riesgo de eventos cardiovasculares graves, como accidentes cerebrovasculares, infartos cardíacos y amputaciones de extremidades inferiores. Estos eventos representan importantes causas de mortalidad en países desarrollados.
En etapas avanzadas, la EAP puede manifestarse con síntomas como dolor en reposo, úlceras o gangrena. Estos signos indican un alto riesgo de amputación si no se abordan oportunamente y de manera efectiva. Lamentablemente, en los Estados Unidos se realizan más de 185,000 amputaciones anuales, y en Puerto Rico, según datos del Instituto de Estadísticas y la Administración de Seguros de Salud, se llevan a cabo alrededor de 2,300 amputaciones de extremidades inferiores cada año, lo que equivale a aproximadamente 6 amputaciones mayores por día.
Es crucial aumentar la conciencia sobre la EAP, promover la detección temprana y garantizar un tratamiento oportuno para reducir el impacto devastador de esta enfermedad en la calidad de vida de los pacientes y en la carga de enfermedades en la sociedad. Según múltiples estudios estadounidenses, las siguientes son algunas de las estadísticas más impactantes sobre las amputaciones de extremidades inferiores:
1. Hay casi 2 millones de personas viviendo con pérdida de extremidad en los Estados Unidos.
2. Entre aquellos que viven con pérdida de extremidad, el 54% se debe a enfermedades de las arterias periféricas / diabetes.
3. Se realizan 185,000 amputaciones en los Estados Unidos cada año.
4. En 2009, los costos hospitalarios asociados con la amputación totalizaron más de $8.3 mil millones.
5. Los afroamericanos y latinos tienen hasta cuatro veces más probabilidades de tener una amputación comparado con los estadounidenses blancos.
6. La tasa de muerte después de una amputación mayor en los Estados Unidos es aproximadamente 48% al año y 71% a los 3 años. Esto es más alto que las tasas de mortalidad a por cáncer de mama, cáncer de colon y cáncer de próstata.
7. De las personas con diabetes que tienen una amputación de las extremidades inferiores, hasta el 55% requerirá amputación de la segunda pierna dentro de 2 a 3 años.
8. Si no se restablece el flujo arterial, hasta el 40% de los pacientes con enfermedad arterial periférica crítica requerirán amputación de las extremidades inferiores en 1 año.
9. Muchos pacientes se benefician enormemente de la restauración del flujo, que es necesario para que ocurra la cicatrización de heridas y la salvación de las extremidades.
Para abordar eficazmente la enfermedad arterial periférica (EAP) y sus complicaciones, se recomienda la intervención temprana de especialistas en enfermedades vasculares, como los cirujanos vasculares. Estos profesionales están capacitados para restaurar el flujo arterial y evitar así la necesidad de amputación en pacientes con síntomas como dolor al descanso, úlceras o gangrena. La restauración del flujo arterial puede lograrse mediante técnicas como el cateterismo de las arterias de la extremidad con angioplastia o colocación de malla, en casos más complejos, a través de un procedimiento de «bypass» arterial.
En Puerto Rico contamos con un número muy bajo de especialistas en enfermedades vasculares que puedan atender pacientes con riesgo de amputación mayor. Si tomamos, por ejemplo, los cirujanos vasculares que suelen ser los últimos en la línea de tratamiento y los que cuentan con mayor entrenamiento para tratar este tipo de condición, actualmente solo cuenta con 13 especialistas. Además, la edad promedio de estos profesionales oscila entre los 55 y 60 años y más preocupante aún es el hecho de que la mayoría de estos cirujanos expresan su deseo de retirarse en los próximos 5 a 10 años. Esta situación plantea un desafío significativo para garantizar la continuidad de la atención médica especializada en nuestra comunidad.
Por ende, se entiende de urgente y apremiante atender mediante este asunto de alto interés público. La estadística demuestra una alta incidencia de amputaciones en la isla y se hace necesario tomar acción al respecto. Cuando se conoce que, con el debido tratamiento médico y quirúrgico, la mayoría de las amputaciones de extremidad inferior son prevenibles. A través de diferentes sociedades médicas, como la Sociedad de Cirujanos Vasculares y Endovasculares de Puerto Rico, se ha comenzado programas de educación a nuestros médicos primarios y pacientes sobre este problema que se ha convertido en una epidemia a nivel isla.
De esta forma se busca lograr establecer un sistema de manejo uniforme y coordinado para el tratamiento de pacientes a riesgo de amputaciones mayores en Puerto Rico. En donde se logre educar al paciente y el médico primario sobre los síntomas y dónde buscar ayuda, el contar con una red de atención de «salvación de extremidades» óptima para el ingreso oportuno al hospital y acceso a tratamiento adecuado, los cuales son clave para evitar las amputaciones mayores y disminuir el impacto de esta enfermedad en nuestra población puertorriqueña.
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