La Dra. Bárbara Rosado, gastroenteróloga hepatóloga, se ha destacado en el manejo de pacientes con desórdenes hepatobiliares. «La patología es una subespecialidad dentro de la gastroenterología, que se enfoca en el cuidado de pacientes con enfermedades del hígado, como el hígado graso y sus complicaciones», explica la Dra. Rosado.
Uno de los temas más relevantes que la Dra. Rosado aborda es el hígado graso, una condición que ha ganado notoriedad debido a los altos niveles de obesidad en la población puertorriqueña. «La obesidad, la diabetes tipo 2, la hipertensión y la dislipidemia son factores de riesgo claves para desarrollar hígado graso. De hecho, en la población hispana, existe un gen identificado que aumenta la predisposición a esta condición», comenta.
Este tipo de enfermedad, también conocida como esteatosis hepática, se encuentra en un espectro que va desde la forma leve hasta la más grave, que es el NASH (hígado graso no alcohólico con inflamación y daño).
En cuanto a la progresión de esta enfermedad, la Dra. Rosado destaca que entre el 25 y el 30 por ciento de los pacientes con hígado graso desarrollarán cirrosis. «El riesgo de progresión puede ser rápido, en un periodo de 10 a 15 años, especialmente en pacientes con complicaciones metabólicas como la obesidad y la diabetes», señala.
A pesar de que muchos pacientes no presentan síntomas evidentes, la enfermedad es seriamente subestimada, especialmente en pacientes que no tienen signos visibles. «Los médicos de atención primaria deben estar atentos a estos factores de riesgo y referir a sus pacientes a gastroenterólogos patólogos para un manejo adecuado«, afirma la especialista.
La Dra. Rosado también hace hincapié en la importancia de la detección temprana. Aunque aún no existen biomarcadores específicos para la condición, tecnologías como el Fibroscan, una prueba no invasiva, permiten identificar la fibrosis hepática y evaluar el riesgo de progresión hacia una enfermedad más grave.
Una vez que los pacientes desarrollan cirrosis, las complicaciones pueden ser severas, como el cáncer de hígado, la acumulación de líquidos abdominales (acites), y la encefalopatía hepática. «La vigilancia en pacientes cirróticos es clave, ya que el cáncer de hígado puede curarse si se detecta en sus primeras etapas«, asegura.
La Dra. Rosado también aborda el impacto de otras enfermedades, como el consumo de alcohol y el síndrome metabólico. «El consumo de alcohol acelera la progresión del hígado graso y puede combinarse con otras condiciones como la diabetes y la obesidad, lo que aumenta el riesgo de desarrollar cirrosis y cáncer de hígado», explica.
Finalmente, un avance importante en el tratamiento de esta enfermedad es la aprobación de nuevos medicamentos, como el resmetirom, que ha mostrado eficacia para reducir la fibrosis en pacientes con hígado graso avanzado. «Este medicamento es un gran paso en el manejo de la enfermedad y se utiliza junto con un enfoque integral que incluye dieta, ejercicio y cambios en el estilo de vida«, concluye la Dra. Rosado.