La Dra. Sheila Pérez-Colón, endocrinóloga pediátrica en Elite Endocrine MD, vivió más de 20 años en Estados Unidos, en ciudades como New York, Los Ángeles y Miami. Allí se formó y trabajó en algunos de los hospitales más prestigiosos, tanto en el ámbito académico como en el privado. Recibió ofertas tentadoras que le prometían estabilidad, crecimiento profesional y recursos ilimitados. Sin embargo, había algo que le faltaba, sus raíces.
“Puerto Rico es mi hogar, aquí está mi familia, aquí están mis raíces. Como endocrinóloga pediátrica veía la necesidad de acceso a especialistas en la isla, sobre todo para niños y adolescentes. Lo que aprendí en Estados Unidos tenía que ponerlo al servicio de los nuestros”, afirma.
Hace tres años decidió volver a la isla, no porque fuera el camino más fácil, sino porque estaba convencida de que su lugar estaba en Puerto Rico. “No es solo abrir una oficina y ver pacientes, es acompañar a las familias en momentos difíciles, cuando reciben el diagnóstico de diabetes tipo 1, cuando un adolescente lucha contra la obesidad o cuando unos padres se angustian porque sus hijos no crecen adecuadamente”, explica.
Un acto de amor y esperanza
En medio de la fuga de médicos, la Dra. Pérez tomó la decisión contraria, regresar. Y con ello, convertirse en un ejemplo de que sí es posible aportar al país desde adentro. “Para mis pacientes significa tener a alguien que los conoce bien, que entiende sus retos culturales y familiares, y que al mismo tiempo les ofrece un cuidado con estándares internacionales”. dijo “Estar aquí es un acto de amor por mis pacientes, por mi familia, por mi gente y por mi país”.
Hoy, la endocrinóloga pediátrica se ha consolidado como un referente de compromiso y vocación, convencida de que el futuro de Puerto Rico también se construye desde la medicina. Su mensaje es claro: sí se puede regresar, sí se puede aportar y sí se pueden transformar vidas desde aquí.