Bacteriemia por Staphylococcus aureus, una amenaza infecciosa de alto impacto

frame fotos notas ph latam 2025 07 08t121646.276
Más allá del tratamiento antibiótico, el control del foco infeccioso es esencial para mejorar el pronóstico.

La bacteriemia causada por Staphylococcus aureus, una bacteria grampositiva común pero peligrosa, continúa siendo una de las principales causas de muerte por infección en todo el mundo. Cada año, alrededor de 300.000 personas mueren como resultado de esta infección en la sangre, lo que subraya su importancia médica y epidemiológica.

Una infección que va más allá de la sangre

En más de un tercio de los casos, la bacteriemia por S. aureus provoca infecciones metastásicas graves, entre las que se incluyen endocarditis, artritis séptica y osteomielitis vertebral. También se han documentado complicaciones como abscesos esplénicos, espinales y del psoas, así como embolias pulmonares sépticas.

Los pacientes suelen presentar fiebre persistente, cambios en el estado mental o dolores localizados en espalda, abdomen, articulaciones o extremidades, signos que pueden indicar la diseminación de la infección a distintos órganos. Los principales factores de riesgo incluyen el uso de dispositivos intravasculares, cirugías recientes, consumo de drogas inyectables, diabetes o antecedentes de infección por S. aureus.

Diagnóstico y tratamiento: cada hora cuenta

El diagnóstico se realiza mediante hemocultivos. Una bacteriemia prolongada (igual o superior a 48 horas) se asocia con una preocupante tasa de mortalidad del 39% a 90 días. 

Por ello, se recomienda realizar una ecocardiografía transtorácica en todos los casos y una transesofágica en pacientes con alto riesgo de endocarditis o con síntomas persistentes. Imágenes adicionales como tomografías computarizadas o resonancias magnéticas son clave para localizar focos infecciosos ocultos.

El tratamiento inicial suele comenzar con antibióticos de amplio espectro activos contra el Staphylococcus aureus resistente a meticilina (SAMR), como vancomicina o daptomicina. Posteriormente, el tratamiento se ajusta en función de la susceptibilidad bacteriana, en casos de S. aureus sensible a meticilina (SAMS), se prefieren antibióticos como cefazolina o penicilinas antiestafilocócicas; para SAMR, continúan siendo efectivas la vancomicina, daptomicina y ceftobiprol.

Ensayos clínicos de fase 3 han demostrado la eficacia de estas alternativas, con tasas de éxito similares entre daptomicina y ceftobiprol.

Control de la fuente: pieza clave del abordaje clínico

Más allá del tratamiento antibiótico, el control del foco infeccioso es esencial para mejorar el pronóstico. Esto puede incluir la retirada de dispositivos médicos infectados, el drenaje de abscesos y procedimientos quirúrgicos de desbridamiento.

La alta mortalidad asociada a la bacteriemia por Staphylococcus aureus y su potencial para causar infecciones metastásicas complejas hacen que su manejo requiera un enfoque multidisciplinario. 

Fuente consultada: AQUÍ

Últimos artículos