Wilfredo Colón, miembro de la junta directiva de PRConcra, comparte su experiencia personal tras recibir el diagnóstico de VIH en 1987. Desde su llegada a Estados Unidos en 1983 para estudiar, su vida dio un giro inesperado que lo llevó a convertirse en un defensor de los derechos de las personas que viven con este virus.
Colón recuerda con claridad el momento en que su vida cambió para siempre. «Estaba solo en el laboratorio cuando vi que mi muestra salió positiva. No había nadie más en ese momento», relata que en ese momento no se sorprendió, porque ya había perdido a muchos amigos y sabía que era una posibilidad.
Durante la primera década tras su diagnóstico, Colón mantuvo su condición en secreto, enfrentándose a la enfermedad sin tratamiento. No fue hasta que encontró un empleo con seguro médico que pudo comenzar a recibir terapia. «Empecé con AZT y pasé por todas las etapas de los tratamientos disponibles», mencionó. A lo largo de su trayectoria ha sido testigo de los avances en la medicina, permitiéndole llevar una vida saludable y activa. «Hoy en día soy indetectable y vivo plenamente», aseguró.
Su compromiso con la comunidad no se detuvo tras su diagnóstico. A lo largo de los años, ha trabajado incansablemente en organizaciones que apoyan a personas con VIH. Desde la década de 1980, ha participado en iniciativas que van desde la distribución de alimentos a personas enfermas hasta marchas por los derechos de la comunidad LGBTQ+.
Su pasión por ayudar a otros se ha intensificado desde su regreso a Puerto Rico en 2009, donde se unió a PRConcra, una organización dedicada a la educación y apoyo a personas con VIH.
Wilfredo Colón también habla de la importancia de enfrentar el estigma que aún persiste en torno al VIH. «A pesar de los avances médicos, el rechazo y la desinformación siguen siendo grandes desafíos», advirtió. En su opinión, es crucial luchar por el acceso equitativo a tratamientos para todas las poblaciones, especialmente las más vulnerables.
Al finalizar la conversación, Colón dirige un mensaje esperanzador a aquellos que reciben un diagnóstico positivo: «Siéntanse dichosos de tener esta información. El VIH no es una sentencia de muerte. Buscar ayuda es un acto de poder, y los tratamientos disponibles hoy en día permiten llevar una vida plena».
