El síndrome de ojo seco afecta a millones de personas y el número sigue en aumento. Sin embargo, en regiones como Bogotá, donde la humedad es tan baja como la de un desierto y la altitud intensifica la resequedad de las mucosas, este trastorno se ha vuelto parte del día a día.
En Puerto Rico y otras regiones del Caribe, estos síntomas también se intensifican cada año, durante los meses de junio y julio cuando ingresa polvo del Sáhara, agravando los síntomas en la población local.
Sentir ardor, rasquiña, visión borrosa o la molesta sensación de tener “algo en el ojo” puede ser más que una simple incomodidad. Esos síntomas podrían ser señales del síndrome de ojo seco, una afección cada vez más común que afecta a 4 de cada 10 personas en el mundo.
Según la Dra. Alejandra Hernández, oftalmóloga de la Fundación Santa Fe de Bogotá, “es muy importante consultar porque este síndrome de ojo seco puede ser causado por diversos factores” y puede generar molestias que interfieren en el día a día.
Lo que muchos desconocen es que las lágrimas no están hechas solo de agua. En realidad, están compuestas por agua, grasa y moco, una mezcla que cumple un rol fundamental en la protección y lubricación ocular. Cuando alguno de estos componentes falla, el ojo pierde su equilibrio natural y aparecen los síntomas.
Las causas pueden variar:
- Infecciones (bacterianas o parasitarias)
- Alergias
- Enfermedades sistémicas
- Uso de medicamentos
- Factores ambientales
Según la Dra. Hernández, no se trata solo de una molestia leve: la detección temprana permite identificar el tipo específico de ojo seco y enfocar el tratamiento de forma adecuada, lo que no solo alivia los síntomas, sino que también puede prevenir complicaciones a largo plazo.
Consultar a tiempo con un especialista es clave para proteger la salud visual y evitar que una incomodidad se convierta en un problema crónico a largo plazo.