Las relaciones abusivas son un fenómeno complejo que afecta a muchas mujeres, y existen diversos factores psicológicos que parecieran contribuir que a muchas de ellas permanezcan en estas dinámicas destructivas.
De acuerdo con la Dra. Migna Rivera García, coordinadora del Comité de Relaciones Internacionales de la Asociación de Psicología de Puerto Rico y pasada presidenta, a lo largo de su vida, las mujeres reciben mensajes y construyen narrativas que las predisponen a normalizar la violencia y a mantener relaciones perjudiciales.
Desde la infancia, los procesos de socialización juegan un papel fundamental. La sociedad establece roles de género específicos: las mujeres son vistas como cuidadoras, asociadas al ámbito doméstico, mientras que los hombres son impulsados hacia lo público y activo.
Según la Dra. Rivera García, estos mensajes, transmitidos a través de la familia, la escuela y la iglesia, refuerzan patrones de comportamiento que, con el tiempo, influyen en las decisiones y relaciones de las mujeres.
Un factor clave es la normalización de la violencia. La distorsión de lo que constituye una relación saludable puede hacer que las mujeres vean los abusos como algo natural o aceptable. Por lo que la doctora subraya que este problema se ve amplificado por la baja autoestima, donde muchas mujeres sienten que no merecen algo mejor, debido a los mensajes negativos recibidos durante su desarrollo. “Estas creencias se ven reforzadas por personas cercanas, como familiares y amigos, que a veces minimizan la gravedad de la situación o las presionan a quedarse”, dijo.
Además, la falta de apoyo social es otro factor relevante. Muchas mujeres carecen de los refuerzos positivos o el acompañamiento necesario para salir de una relación abusiva. “Esto se ve agravado por la dependencia económica, ya que las mujeres que se separan de sus parejas pueden enfrentar dificultades para mantenerse por sí mismas, como la incapacidad de acceder a una vivienda adecuada o a una estabilidad económica”, explicó.
La Dra. Rivera García también destaca la indefensión aprendida como un factor psicológico que entra en juego. “Las mujeres que intentan dejar una relación violenta y se enfrentan a obstáculos como la falta de apoyo estatal o el proceso arduo de presentar denuncias, a menudo se sienten desmotivadas y agotadas. Esto puede generar una sensación de impotencia, donde la víctima llega a pensar que no puede cambiar su situación”.
La dependencia emocional juega un rol fundamental. A pesar de los abusos sufridos, muchas mujeres desarrollan un vínculo emocional con su agresor, lo que dificulta aún más la salida de la relación.
Por último, la Dra. Rivera García menciona que la falta de información sobre los recursos disponibles y el apoyo institucional contribuye al estancamiento. La falta de acceso a servicios adecuados o la burocracia dificultan que las mujeres busquen ayuda de manera efectiva, lo que refuerza el ciclo de violencia y dependencia.
Por lo que sugiere que para ayudar a romper este ciclo, es crucial mejorar la educación sobre relaciones saludables, proporcionar apoyo emocional y económico a las víctimas, y garantizar que los recursos estatales sean accesibles y eficaces.