Un estudio internacional liderado por Idalsoaga y colaboradores ha confirmado que la pentoxifilina, un medicamento usado como alternativa en el tratamiento de la hepatitis grave asociada al alcohol (HSA), no ofrece beneficios de supervivencia, ni siquiera en pacientes que presentan lesión renal aguda (LRA), una de las complicaciones más graves de esta enfermedad.
La HSA continúa siendo una afección altamente letal con opciones terapéuticas limitadas. Su curso clínico suele estar marcado por una rápida descompensación hepática, frecuentemente acompañada de LRA, lo que agrava significativamente el pronóstico. Aunque los corticosteroides representan actualmente el único tratamiento con eficacia comprobada a corto plazo, su uso está restringido a determinados perfiles de pacientes.
Ante estas limitaciones, la pentoxifilina, un inhibidor de la fosfodiesterasa con propiedades antiinflamatorias, se ha considerado una alternativa terapéutica, especialmente para pacientes que no pueden recibir corticosteroides. Sin embargo, su eficacia ha sido cuestionada en diversas regiones y estudios previos.
El nuevo estudio, publicado tras analizar datos de 525 pacientes con diagnóstico de HSA y LRA en 20 centros de ocho países entre 2009 y 2019, refuerza esa duda. Según los resultados, las tasas de supervivencia a 90 días fueron similares: 46,2% en el grupo tratado con pentoxifilina frente a 49,8% en el grupo de control.
El análisis estadístico, que incluyó un modelo de regresión de Cox multivariable, no encontró asociación significativa entre el uso de pentoxifilina y una mejor supervivencia. En cambio, los factores que más influyeron en la mortalidad fueron la edad avanzada, una puntuación MELD elevada al ingreso y la necesidad de terapia de reemplazo renal.
Además, un análisis secundario de pacientes con deterioro renal (creatinina sérica ≥1,5 mg/dl) confirmó que la pentoxifilina no mejoró la supervivencia ni a los 30, ni a los 90, ni a los 180 días de seguimiento.
Estos hallazgos coinciden con los de estudios anteriores y metaanálisis que han cuestionado el papel de la pentoxifilina en la hepatitis alcohólica. Aunque el fármaco ha mostrado cierto efecto protector renal en otros contextos clínicos, no parece contrarrestar las complejas alteraciones inflamatorias y hemodinámicas propias de la HSA con LRA.
El estudio destaca por su amplio alcance internacional y su sólido análisis estadístico, pero también reconoce limitaciones inherentes a su diseño retrospectivo, como la falta de datos sobre infecciones y la ausencia de información precisa sobre el uso de pentoxifilina, incluyendo la dosis, duración y momento de inicio del tratamiento.
Los autores mencionan que la ausencia clara de beneficio obliga a revisar las prácticas clínicas actuales en las que se sigue utilizando este fármaco, y subrayan la necesidad urgente de nuevas terapias.
Entre las estrategias prometedoras se incluyen enfoques dirigidos a vías inflamatorias específicas, la modulación de la microbiota, el recambio plasmático y terapias combinadas. Asimismo, enfatizan que la detección temprana de la disfunción renal y el manejo proactivo de infecciones deben ser pilares clave de la atención médica en estos pacientes.