Alarmante aumento de resistencia a fármacos en Anquilostomas: parásitos que afectan a mascotas y humanos

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Ancylostoma caninum, un tipo de anquilostoma, adherido a la mucosa intestinal. Crédito: Biblioteca de Imágenes de Salud Pública de los CDC.

Los anquilostomas, parásitos que infectan tanto a perros como a seres humanos, están desarrollando una preocupante resistencia a los tratamientos farmacológicos en diversas regiones del mundo, incluida Norteamérica y Australia. Este fenómeno plantea graves amenazas para la salud humana y subraya la urgencia de desarrollar nuevas estrategias de control debido a las enfermedades que causa.

¿Qué son los anquilostomas y por qué son peligrosos?

La anquilostomiasis en humanos es una enfermedad causada por la infección de nematodos del género Ancylostoma o Necator, conocidos comúnmente como anquilostomas. Estos parásitos tienen larvas que habitan en suelos contaminados por heces humanas o animales infectadas. La infección ocurre cuando las larvas penetran la piel, generalmente a través de los pies descalzos. Una vez dentro, las larvas ingresan al torrente sanguíneo, viajan a los pulmones y, a través de la tráquea, son deglutidas hasta llegar al intestino delgado, donde se desarrollan en gusanos adultos. En el intestino, los parásitos se adhieren a la mucosa intestinal, se alimentan de sangre y pueden causar anemia, desnutrición, debilidad y, en casos graves, complicaciones que afectan el crecimiento y el desarrollo, especialmente en niños. La anquilostomiasis es más común en regiones tropicales y subtropicales con condiciones higiénicas deficientes.

Sin embargo, aunque los anquilostomas como Ancylostoma caninum y Uncinaria stenocephala, son parásitos intestinales que afectan principalmente a los perros. Estos organismos se adhieren a las paredes intestinales de sus huéspedes, alimentándose de sangre y causando anemia, diarrea y malnutrición y pueden ser mortales para las mascotas.

En humanos, los anquilostomas también representan otro riesgo importante. Las infecciones por larvas de estos parásitos pueden provocar una afección conocida como migración larvaria cutánea (CLM, por sus siglas en inglés), también llamada “erupción reptante”. Esta enfermedad se manifiesta como un sarpullido serpenteante, ampollas y picazón intensa. Aunque usualmente desaparece en unas semanas o meses sin tratamiento, en algunos casos se requieren antiparasitarios y antibióticos para prevenir infecciones secundarias.

La expansión de la resistencia a los fármacos

Recientemente, un estudio publicado en la revista International Journal for Parasitology ha revelado que los anquilostomas están desarrollando una resistencia significativa a los desparasitantes basados en benzimidazol, un tratamiento común para combatir estos parásitos. Esta resistencia ya había sido detectada en Norteamérica y ahora también se ha identificado en Australia. Los investigadores han descubierto mutaciones genéticas en los parásitos que les permiten sobrevivir a tratamientos que antes eran efectivos.

Un hallazgo particularmente preocupante es la aparición de resistencia en Uncinaria stenocephala, una especie que hasta hace poco se creía libre de este problema. Además, los estudios sugieren que esta resistencia podría haber evolucionado de forma independiente en distintas regiones o haberse propagado a través del movimiento de mascotas infectadas entre países.

¿Cómo afecta esto a humanos y mascotas?

La propagación de la resistencia a los fármacos en anquilostomas no solo amenaza la salud de los perros, sino también aumenta el riesgo para los seres humanos. Los huevos de anquilostomas presentes en las heces de perros infectados pueden contaminar el medio ambiente, facilitando la transmisión a través del contacto directo con la piel.

En las personas, los brotes de CLM suelen ser más frecuentes en áreas cálidas y húmedas, donde las condiciones favorecen la supervivencia de las larvas en el suelo. Esto es un recordatorio de la importancia de recoger y desechar correctamente las heces de las mascotas para prevenir infecciones.

Un llamado a la acción para el uso conciente de desparasitantes

La investigación resalta la necesidad de adoptar un enfoque más estratégico en el uso de desparasitantes. En lugar de tratamientos generales, se recomienda optar por tratamientos dirigidos y basados en el riesgo, acompañados de un monitoreo constante para frenar la propagación de la resistencia.

El Dr. Jan Šlapeta, coautor del estudio y profesor de parasitología veterinaria en la Universidad de Sídney, señala: “Este estudio es una llamada de atención para propietarios de mascotas y veterinarios. La era del control fácil de parásitos podría estar llegando a su fin”. El desarrollo de nuevas estrategias, como medicamentos innovadores y programas educativos para los dueños de mascotas, será crucial para abordar este problema.

Prevención y recomendaciones:

  1. Higiene Ambiental: Recoger las heces de las mascotas y desecharlas adecuadamente para reducir la contaminación del suelo.
  2. Control Regular: Realizar chequeos periódicos con el veterinario para detectar y tratar infecciones parasitarias de manera oportuna.
  3. Uso Responsable de Medicamentos: Seguir las recomendaciones del veterinario y evitar el uso excesivo o innecesario de desparasitantes para minimizar la presión selectiva que favorece la resistencia.
  4. Educación Comunitaria: Sensibilizar a la población sobre los riesgos asociados con los anquilostomas y la importancia de mantener buenas prácticas de higiene.

La resistencia a los fármacos en anquilostomas representa un desafío significativo para la salud global. Este problema destaca la necesidad de colaboración entre veterinarios, investigadores y la comunidad en general para implementar estrategias que protejan tanto a las mascotas como a los seres humanos. En última instancia, la prevención y la educación son nuestras mejores herramientas para frenar la propagación de estos parásitos resistentes y salvaguardar la salud pública.

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