Así funciona el fármaco contra la osteoporosis que despierta al sistema inmune contra el cáncer de mama

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la osteoporosis es que una persona puede perder hasta el 25% de su masa ósea antes de que aparezcan los primeros síntomas, lo que la convierte en una enfermedad silenciosa durante años.

Un reciente ensayo clínico liderado por investigadores de varios centros españoles ha revelado un hallazgo prometedor en la lucha contra el cáncer de mama: el medicamento denosumab, originalmente diseñado para tratar la osteoporosis, también podría mejorar la respuesta del sistema inmunitario contra los tumores. Esta investigación, publicada en la revista Breast Cancer Research, sugiere que este fármaco no solo protege el hueso en pacientes con cáncer, sino que podría ser un aliado para reforzar la inmunoterapia en determinados subtipos de cáncer de mama.

El ensayo, llamado D-BIOMARK, ha sido coordinado por científicas del Instituto Catalán de Oncología (ICO), el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). La idea detrás de esta investigación surge de estudios previos que señalaron a una vía molecular conocida como RANK/RANKL como pieza clave en la proliferación tumoral y el microambiente inmunológico en el cáncer de mama.

Una nueva vía desde la medicina ósea hasta la oncología: ¿Qué es el denosumab y cómo actúa?

Denosumab es un anticuerpo monoclonal que inhibe la proteína RANKL (ligando del receptor activador del factor nuclear kappa-B). Esta proteína forma parte del sistema de comunicación entre células que regula, entre otras cosas, el equilibrio óseo: controla cómo se reabsorben y regeneran los huesos. Por eso, denosumab se ha utilizado por años para tratar la osteoporosis y lesiones óseas por metástasis.

Sin embargo, estudios liderados por Eva González-Suárez y su equipo del IDIBELL mostraron que la vía RANK/RANKL también tiene una función en el tejido mamario. Actúa como intermediaria de señales hormonales —en especial de la progesterona— que controlan la proliferación celular. Cuando esta vía está alterada, puede activar procesos que promueven la formación y progresión del cáncer de mama.

Es aquí donde el denosumab entra en juego, no como protector óseo, sino como posible modulador del sistema inmunológico contra las células cancerígenas.

El ensayo D-BIOMARK: más defensa, aunque no menos tumor

El ensayo clínico evaluó el efecto de denosumab en 60 mujeres con cáncer de mama en estadio temprano, específicamente con tumores HER2-negativos. Se trató de un “ensayo ventana de oportunidad”, es decir, los investigadores analizaron qué cambios biológicos se producían en el tumor tras un breve tratamiento con denosumab antes de la cirugía, sin modificar el tratamiento estándar.

¿El hallazgo clave? Un aumento significativo en la infiltración de células inmunitarias dentro del tumor, es decir, más células del sistema inmune accedieron al microambiente tumoral tras el tratamiento con denosumab.

Este efecto se observó en todos los subtipos de cáncer analizados, pero fue especialmente notorio en los llamados tumores luminales tipo B, que son más agresivos que los luminales tipo A y que, hasta ahora, han mostrado poca respuesta a la inmunoterapia.

En cambio, el estudio no encontró una reducción directa en la cantidad de células cancerosas ni un cambio significativo en su tasa de proliferación. Esto no desmerece el hallazgo: aunque denosumab no mata células tumorales por sí mismo, podría preparar el terreno para que el sistema inmune —o terapias dirigidas— lo hagan con mayor eficacia.

¿Qué significa esto para los pacientes?

Este descubrimiento abre un nuevo enfoque terapéutico. La inmunoterapia, que ha revolucionado el tratamiento de varios tipos de cáncer (como el melanoma o el cáncer de pulmón), ha tenido menos éxito en el cáncer de mama, sobre todo en los tumores HER2-negativos o los de tipo luminal B. Una de las razones es que estos tumores son “fríos” desde el punto de vista inmunológico: no están infiltrados por suficientes células del sistema inmune, y por tanto, las terapias basadas en activar a estas células no surten efecto.

El uso de denosumab podría convertir estos tumores “fríos” en “calientes”, es decir, hacerlos más visibles al sistema inmune y más susceptibles a tratamientos como los inhibidores de puntos de control inmunológico (anti-PD1 o anti-CTLA4).

Además, dado que denosumab ya está aprobado para uso clínico y tiene un perfil de seguridad bien conocido, su reutilización como coadyuvante en inmunoterapia contra el cáncer de mama podría avanzar rápidamente hacia su implementación si futuros estudios lo confirman.

¿Qué vendrá después?

El equipo de investigación continúa ahora con nuevos análisis moleculares para entender exactamente qué mecanismos activa el denosumab en las células inmunitarias y cómo se puede potenciar su efecto. Entre los objetivos está estudiar cómo interactúa este fármaco con otras terapias oncológicas y si puede combinarse con inmunoterapia para mejorar los resultados clínicos.

También se baraja la posibilidad de iniciar ensayos clínicos más grandes, con más pacientes y con seguimiento a largo plazo para ver si esta estrategia logra mejorar la supervivencia y la tasa de recaídas.

Activador del sistema inmune

El estudio D-BIOMARK demuestra que un medicamento diseñado originalmente para proteger los huesos puede tener un papel inesperado como activador del sistema inmunológico en el cáncer de mama. Aunque todavía no se ha probado que reduzca directamente el tamaño tumoral, el aumento en la infiltración inmunitaria puede ser la clave para mejorar la respuesta a futuros tratamientos.

Este es un ejemplo alentador de cómo la reutilización de medicamentos ya existentes, seguros y accesibles, puede acelerar los avances en la oncología moderna. Con investigaciones como esta, la medicina de precisión continúa abriendo caminos hacia terapias más efectivas y personalizadas para cada paciente.

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