El Dr. José A. Castillo-Lugo, director de Trasplante Renal y Nefrólogo en el Methodist Dallas Medical Center, ha abordado los lineamientos más recientes en el tratamiento del síndrome hepatorrenal, una condición grave que afecta a pacientes con enfermedad hepática avanzada.
«El manejo del síndrome hepatorrenal ha evolucionado significativamente en los últimos años, permitiendo mejorar la estabilidad de los pacientes y sus probabilidades de supervivencia», explica el Dr. Castillo-Lugo.
El especialista enfatiza que la terlipresina sigue siendo la terapia preferida en el tratamiento del síndrome hepatorrenal tipo 1, ahora reclasificado como AKI-HRS (Acute Kidney Injury – Hepatorenal Syndrome). «Este medicamento ha demostrado ser la opción más eficaz para revertir la insuficiencia renal en estos pacientes. Sin embargo, la supervivencia a largo plazo sigue siendo un desafío«, señala.
En casos donde la terlipresina no está disponible, la norepinefrina se presenta como la principal alternativa. «Si ninguna de estas opciones puede administrarse, recurrimos a la combinación de midodrina y octreótide, aunque su eficacia es considerablemente menor», aclara el Dr. Castillo-Lugo.
La mejoría en la función renal se evalúa con una reducción gradual de la creatinina en un periodo de 14 días. «Si tras cuatro días de tratamiento no observamos una respuesta favorable, consideramos descontinuar la terapia y explorar alternativas, incluyendo el cuidado paliativo», agrega.
El experto recalca que el trasplante hepático es la solución definitiva para los pacientes con síndrome hepatorrenal. «Esta es una condición progresiva y, sin un trasplante, no podemos ofrecer una estrategia de manejo sostenible a largo plazo», enfatiza.
En los lineamientos recientes, el síndrome hepatorrenal tipo 1 se denomina ahora AKI-HRS, mientras que el tipo 2 se clasifica como NAKI-HRS (Non-Acute Kidney Injury – Hepatorenal Syndrome). «Esta nueva nomenclatura nos permite categorizar mejor a los pacientes y adaptar nuestro enfoque terapéutico de manera más precisa», explica el especialista.
Para aquellos con insuficiencia renal aguda severa, se prefiere el uso de terapias de diálisis lenta y prolongada como SLED (Sustained Low Efficiency Dialysis) o CRT (Continuous Renal Replacement Therapy), especialmente en pacientes inestables hemodinámicamente. «Estas modalidades nos permiten tratar la disfunción renal sin comprometer aún más la estabilidad del paciente«, detalla el Dr. Castillo-Lugo.
Desde 2017, se establecieron criterios específicos para determinar cuándo un paciente requiere trasplante hepático con trasplante renal simultáneo. «Tomamos en cuenta factores como la falla renal aguda sostenida por más de seis semanas, la insuficiencia renal crónica con un filtrado glomerular menor a 30 ml/min y ciertas condiciones metabólicas específicas», indica el especialista. «Evaluar detalladamente a cada paciente es clave para optimizar la asignación de órganos y mejorar los resultados a largo plazo«.
Un problema frecuente en estos pacientes es la hiponatremia, la cual afecta al 22% de los casos y puede tener diversas causas, desde hipovolemia hasta el uso de medicamentos. «El manejo adecuado de los niveles de sodio es crucial para evitar complicaciones neurológicas», advierte el Dr. Castillo-Lugo.
El especialista concluye que los avances en el manejo del síndrome hepatorrenal han permitido mejorar la estabilidad de los pacientes, pero enfatiza que el trasplante sigue siendo la mejor opción para aquellos que cumplen con los criterios necesarios.
«A pesar de los progresos, el trasplante sigue siendo el objetivo final para estos pacientes. Nuestra misión es estabilizarlos hasta que puedan recibir el órgano que necesitan», finaliza el Dr. Castillo-Lugo.