El ayuno religioso y sus efectos en la salud: una mirada integral desde la nutrición

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Licenciada Luz Pérez Rodríguez, especialista en nutrición y diabetes.

En el marco de la Semana Santa, muchas personas practican el ayuno como una forma de conexión espiritual, pero ¿cuáles son los efectos de esta práctica en la salud física y emocional? Para abordar este tema, conversamos con la licenciada Luz Pérez Rodríguez, especialista en nutrición y diabetes, con casi cinco años de experiencia en el campo.

¿Qué es el ayuno y cómo se diferencia entre lo espiritual y lo nutricional?

“El ayuno lo podemos definir como la ausencia de alimento o bebida durante un periodo específico de tiempo”, explicó la Lcda. Pérez. “Existe el ayuno intermitente, como el de 8 horas, y el religioso, que puede variar según las creencias: restringir alimentos, limitar tiempos, o incluso representar una intención personal, como dejar de consumir azúcares añadidas o proteínas animales”.

Desde una perspectiva nutricional, la licenciada detalló que “el cuerpo primero utiliza la glucosa como fuente de energía. Al agotarse, comienza a usar las reservas de grasa, generando cuerpos cetónicos y, en ciertos casos, puede iniciar un proceso de autofagia”. Este mecanismo, según explicó, podría tener efectos positivos si se hace adecuadamente, aunque siempre dependerá del tipo de ayuno y del estado de salud de cada persona. 

“Un ayuno bien llevado puede mejorar la sensibilidad a la insulina, reducir la inflamación y apoyar la pérdida de peso”, señaló la nutricionista. Pero no todo es físico: “También puede traer claridad mental, control de impulsos, sensaciones de bienestar y un fortalecimiento espiritual, ya que promueve el desapego material y el autoconocimiento”.

Riesgos y precauciones

Sin embargo, no todos pueden ayunar sin riesgos. “Personas con diabetes, mujeres embarazadas o lactantes, niños, adultos mayores y quienes toman medicamentos deben tener precauciones. En algunos casos, el ayuno puede provocar hipoglucemias, deshidratación o malnutrición”, advirtió la Lcda. Pérez.

“Durante los primeros días, pueden presentarse síntomas como fatiga, irritabilidad o dolor de cabeza. A largo plazo, si se acompaña de hábitos saludables, pueden verse mejoras en la concentración”, afirmó. Pero también advirtió que el rendimiento físico, especialmente en actividades de alta intensidad, puede verse afectado negativamente durante un ayuno prolongado.

Cómo romper el ayuno de forma saludable

Romper el ayuno correctamente es crucial. “Lo ideal es empezar con una buena hidratación, frutas frescas, una fuente de proteínas de alto valor biológico como el huevo, carbohidratos complejos como la avena y grasas saludables como el aguacate”, recomendó la experta. 

En contextos religiosos donde se eliminan ciertos alimentos, la licenciada sugiere “incorporar carbohidratos complejos como viandas, arroz integral y proteínas vegetales como lentejas o garbanzos, evitando frituras y azúcares añadidas”.

Preparación antes de ayunar

“Antes de iniciar el ayuno es clave aumentar la hidratación, consumir frutas ricas en agua como el melón o la piña, alimentos altos en fibra, proteínas magras y grasas saludables. También evitar alimentos altos en sodio y cafeína, y mantener una buena higiene del sueño”, explicó Pérez Rodríguez. 

Además del agua, se pueden incluir infusiones naturales, caldos de vegetales y frutas ricas en agua. “Es importante no sustituir el agua con refrescos o bebidas azucaradas”, concluyó. 

“El ayuno debe ser un acto espiritual y de conexión, pero también es importante cuidar la salud”, subrayó. “Si el ayuno tradicional no es posible, puede modificarse sin perder su significado. Lo importante es la intención y el cuidado del cuerpo como parte de ese proceso”.

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