El papel del sexo en la fisiología del sueño y la maduración cerebral

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Las niñas muestran una duración de sueño más prolongada y una menor fragmentación, diferencias que persisten a lo largo de la vida y están moduladas por factores hormonales y estructurales.

La estructura y las características del sueño evolucionan considerablemente desde el nacimiento hasta la edad adulta, reflejando el desarrollo paralelo del cerebro. Aunque el impacto de factores genéticos y ambientales en el sueño es evidente, su contribución específica sigue siendo un misterio. 

Un reciente estudio de cohorte realizado en el Reino Unido con más de 11.500 niños ha demostrado que las niñas duermen sistemáticamente de cinco a diez minutos más que los niños, una diferencia atribuida a despertares más tardíos en lugar de horarios de acostarse más tempranos.

Maduración cerebral dependiendo en sexo

Desde el nacimiento, el cerebro muestra diferencias estructurales entre niñas y niños. Un estudio de Makki et al., descubrió que las fibras interhemisféricas en las niñas están más desarrolladas que en los niños, posiblemente debido a un mayor diámetro axonal o una vaina de mielina mejor formada. Estas diferencias anatómicas pueden influir en la función cognitiva y los patrones de sueño, destacando cómo el sexo biológico impacta en el desarrollo cerebral desde etapas tempranas.

Duración y calidad del sueño

Estudios longitudinales, como el llevado a cabo en el Reino Unido muestra las diferencias en la duración del sueño que pueden estar relacionadas con variaciones en la calidad del sueño y los patrones circadianos.

Influencia hormonal y fisiología del sueño

En modelos animales, el estradiol en hembras mejora la actividad de sueño-vigilia al actuar sobre regiones cerebrales promotoras del sueño, mientras que en los machos no se observa un efecto similar. 

En adolescentes, el retraso circadiano comúnmente asociado con factores externos como el uso de dispositivos electrónicos también está influenciado por componentes endógenos, como el sistema circadiano y el impulso homeostático.

Las diferencias de sexo en el sueño tienen implicaciones clínicas significativas. Un estudio en niños franceses de entre cuatro y 16 años reveló que un 17,3% de ellos presentaban trastornos del sueño, siendo la dificultad para iniciar y mantener el sueño el problema más prevalente. Estas diferencias subyacentes, exacerbadas por los cambios puberales, pueden influir en el rendimiento académico, la salud mental y el desarrollo general.

Además, es importante mencionar que los estudios de las diferencias de sexo y género en la maduración del sueño es un área de investigación en desarrollo, especialmente relevante dada la relación entre sexo, género y numerosas enfermedades clínicas.

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