El vapeo agrava el asma y aumenta las crisis respiratorias: la evidencia científica desmiente su “seguridad”

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Múltiples estudios han detectado presencia significativa de nicotina en productos etiquetados como libres de esta sustancia

Aunque se ha promocionado como una alternativa “más segura” al tabaco, el vapeo representa un riesgo documentado para la salud respiratoria. En personas con asma u otras enfermedades pulmonares, su uso se asocia con mayor inflamación de las vías respiratorias, peor control clínico y un incremento en las exacerbaciones, según la evidencia más reciente.

Una relación cada vez más clara

Una umbrella review publicada en Tobacco Control (2025) analizó 56 revisiones sistemáticas y 384 estudios y confirmó que el vapeo incrementa el riesgo de asma y de problemas respiratorios en adolescentes y adultos jóvenes. Los usuarios de cigarrillos electrónicos presentan con mayor frecuencia síntomas como tos, bronquitis y disnea, así como casos graves de neumonía y EVALI (lesión pulmonar asociada al uso de cigarrillos electrónicos).

Los estudios traslacionales en modelos animales y celulares respaldan estos hallazgos: la exposición a los aerosoles del vapeo activa mastocitos y eosinófilos, aumenta la producción de mucinas, altera la función ciliar y provoca estrés oxidativo en el epitelio respiratorio. Estos mecanismos fisiopatológicos explican el aumento de sibilancias, broncoespasmo e hiperreactividad bronquial observado en pacientes asmáticos.

Impacto funcional medido en estudios respiratorios

Las evaluaciones funcionales muestran que los usuarios de cigarrillos electrónicos experimentan una disminución del FEV1 y un aumento de la resistencia de las vías respiratorias, efectos que se agravan en quienes padecen asma preexistente. En conjunto, la evidencia descarta cualquier papel del vapeo como alternativa terapéutica o “menos dañina”.

A pesar de que algunos dispositivos se promocionan como “sin nicotina”, múltiples estudios analíticos —incluyendo los realizados mediante cromatografía líquida de alta resolución (HPLC)— han detectado presencia significativa de nicotina en productos etiquetados como libres de esta sustancia (Peace et al., 2017).

Tanto la Organización Mundial de la Salud como la American Lung Association han confirmado estos hallazgos en los llamados ENNDS (electronic non-nicotine delivery systems), advirtiendo sobre la falta de regulación, el control de calidad deficiente y el riesgo de engaño al consumidor.

Recomendaciones clínicas y de salud pública

Para los profesionales de la salud, los especialistas recomiendan incluir preguntas sobre el vapeo en la anamnesis, advertir explícitamente sobre sus riesgos y reforzar el seguimiento del control del asma en pacientes que vapean. También sugieren considerar ajustes en el tratamiento antiinflamatorio según la exposición declarada.

Desde la salud pública, se enfatiza la necesidad de advertencias sanitarias visibles, regulación estricta de la comercialización, restricciones de uso en espacios cerrados y campañas educativas basadas en evidencia, especialmente dirigidas a los jóvenes. Además, urgen programas de cesación específicos para el vapeo, dada su creciente prevalencia.

Un llamado urgente

El consenso científico es claro: el vapeo no es inofensivo. Cada inhalación implica un riesgo real para la salud respiratoria, y su normalización podría repetir la historia del tabaco. La prevención, la educación y la regulación son hoy las herramientas más eficaces para proteger la salud de las próximas generaciones.

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