Comprendiendo la artritis: claves para la prevención primaria y secundaria

La AR afecta con mayor frecuencia a las articulaciones de las manos, muñecas, codos, hombros, rodillas, tobillos y pies.

El diagnóstico precoz y el control adecuado de la artritis reumatoide, incluidas las actividades de autocontrol, pueden ayudar a las personas con artritis a aliviar el dolor, mejorar su funcionamiento físico, mantenerse productivas y bajar los costos de la atención médica.

Prevención primaria

Identificación de factores de riesgo: La prevención primaria comienza con la identificación de factores de riesgo conocidos, como antecedentes familiares de AR, marcadores genéticos (por ejemplo, el antígeno de histocompatibilidad HLA-DRB1), y exposiciones ambientales, como el tabaquismo.

Modificación de factores de riesgo: La prevención primaria implica la modificación de factores de riesgo modificables, como el tabaquismo. Se ha demostrado que el tabaquismo aumenta el riesgo de desarrollar AR y que su cese puede reducir este riesgo, especialmente en personas con antecedentes genéticos de la enfermedad.

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Intervenciones farmacológicas: Aunque no hay intervenciones farmacológicas específicas para la prevención primaria de AR, algunos estudios sugieren un posible papel para ciertos medicamentos, como los inhibidores de la Janus kinasa (JAK), en personas con riesgo aumentado debido a marcadores genéticos.

Prevención secundaria

Identificación temprana y tratamiento precoz: La prevención secundaria se centra en la identificación temprana de la AR y el inicio del tratamiento precoz para prevenir el daño articular irreversible. Las personas con antecedentes familiares de AR u otros factores de riesgo deben ser vigiladas de cerca para detectar síntomas sugestivos de la enfermedad, como dolor articular persistente y rigidez matutina.

Tratamiento dirigido a la remisión: Los objetivos del tratamiento en personas con AR establecida son alcanzar y mantener la remisión clínica, lo que se asocia con mejores resultados a largo plazo, incluida la prevención del daño articular.

Educación y autocuidado: Se ha demostrado que la educación del paciente sobre la enfermedad y las estrategias de autocuidado, como el ejercicio regular y la adherencia al tratamiento, son cruciales para el manejo efectivo de la AR y la prevención de discapacidades.

La prevención de la artritis reumatoide implica una combinación de identificación temprana de factores de riesgo, modificación de factores de riesgo modificables y un enfoque multidisciplinario para el manejo de la enfermedad en personas con AR establecida.

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Si bien se necesitan más investigaciones para desarrollar estrategias de prevención primaria más efectivas, los avances en el tratamiento temprano y dirigido están mejorando los resultados a largo plazo para quienes viven con esta enfermedad crónica.

Fuentes consultadas: Organización Mundial de la Salud (OMS), los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, la Sociedad Americana de Reumatología (American College of Rheumatology) y la Arthritis Foundation.

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