A lo largo de los siglos, algunas enfermedades han acompañado a la humanidad, dejando huella no solo en la historia de la medicina, sino también en el arte, las creencias y la religión. Varios textos bíblicos hacen referencia a padecimientos que, aunque hoy comprendemos mejor, siguen presentes en muchas regiones del mundo. Entre los más mencionados están la lepra, la sarna, la fiebre y la tuberculosis.
En los relatos de la Biblia, estas enfermedades no solo se entendían como dolencias físicas, sino también como símbolos de impureza o castigo divino. Esta mirada contribuyó al aislamiento social de quienes las sufrían. Con el paso del tiempo y el avance de la ciencia, se ha logrado entender su origen, cómo se transmiten y, lo más importante, cómo prevenirlas y tratarlas.
La lepra: del miedo al tratamiento
Es una de las enfermedades más reconocidas en la Biblia y mencionada en varias ocasiones como en el evangelio de Mateo. En muchos pasajes, mencionan como las personas afectadas eran aisladas de la comunidad, en parte por el temor a la transmisión y también por razones religiosas.
Hoy se sabe que esta enfermedad, es causada por la bacteria Mycobacterium leprae, es poco contagiosa y tiene cura, gracias al descubrimiento de la ciencia con un tratamiento antibiótico. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2022 se registraron más de 130,000 nuevos casos de lepra en el mundo. A pesar de la disponibilidad de tratamiento gratuito en muchos países, el estigma aún representa una barrera importante para la atención temprana.
Sarna: una enfermedad frecuente y poco comprendida
Otra enfermedad mencionada en los textos sagrados es la sarna, una infestación cutánea causada por un ácaro llamado Sarcoptes scabiei. En contextos bíblicos, se hablaba de “úlceras” o “llagas” que afectaban a los personajes como símbolo de sufrimiento.
Hoy en día, la sarna sigue siendo una afección común, especialmente en entornos con hacinamiento o poca higiene. Este parásito excava la piel y genera una intensa picazón, especialmente en la noche. La OMS la considera una enfermedad desatendida, y se estima que más de 200 millones de personas la padecen en todo momento a nivel global.
La fiebre: un síntoma común y de múltiples enfermedades
Asimismo, en la Biblia también se hace referencia a la fiebre, un síntoma asociado a múltiples causas infecciosas. En tiempos antiguos, se desconocía su origen, y a menudo se le atribuía a castigos divinos.
Actualmente, la fiebre se entiende como una respuesta del sistema inmunológico ante infecciones virales o bacterianas, entre otras causas.
Si bien hoy es posible controlar la fiebre con medicamentos como el acetaminofén o el ibuprofeno, sigue siendo una señal de alerta para buscar atención médica, sobre todo en niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas.
Tuberculosis: una enfermedad que persiste
Esta enfermedad también se ve reflejada en varios pasajes de la Biblia bajo descripciones que podrían asociarse a sus síntomas respiratorios, como la tos persistente y el deterioro físico progresivo. Esta infección pulmonar, causada por Mycobacterium tuberculosis, es una de las enfermedades infecciosas más antiguas conocidas por la humanidad.
Aunque existe tratamiento, la tuberculosis sigue siendo una causa importante de morbilidad y mortalidad en el mundo. La OMS señala que, en 2022, aproximadamente 10,6 millones de personas enfermaron de tuberculosis, y 1,3 millones murieron a causa de esta enfermedad.
En esta Semana Santa, recordar estas enfermedades que aparecen en la Biblia nos permite reflexionar sobre el impacto que han tenido a lo largo del tiempo. Lo que en épocas pasadas se consideraba un castigo divino, hoy podemos comprenderlo desde la ciencia y la medicina. Gracias al conocimiento actual, contamos con herramientas para prevenir, tratar y, en muchos casos, curar estas enfermedades.