Aún con la anestesia de la cesárea en el cuerpo y con su hijo recién nacido en brazos, Francisca (nombre ficticio) escuchó una frase que le cambiaría la vida para siempre: la habían esterilizado y no podría tener más hijos. Nadie le pidió su consentimiento. Nadie le explicó. Solo se lo informaron, después del hecho.
Este hecho ocurrió hace más de 20 años, en un centro de salud pública en Chile. Y aunque hoy se reconoce oficialmente que fue una violación grave de derechos humanos, Francisca ha tenido que esperar décadas para obtener algo de justicia.
“Pensaba que me iba a morir”
Francisca quedó embarazada tras años de intentarlo con su pareja. Ser madre joven y de muchos niños había sido su mayor anhelo. Oriunda del campo, en la Región del Maule, se casó a los 18 años y dos años después, en 2002, llegó la noticia más esperada: estaba embarazada. Sin embargo, la alegría se desvaneció abruptamente cuando las pruebas prenatales revelaron que era portadora del VIH.
“No recuerdo nada de lo que me dijo la matrona porque me quedé en shock; pensaba que me iba a morir. Toda la alegría del embarazo esperado por tanto tiempo se me vino abajo en segundos”.
En un país donde el VIH todavía era tema tabú y cargado de prejuicios, especialmente hacia las mujeres, Francisca se enfrentó no solo al diagnóstico, sino también al estigma y la ignorancia de quienes debían cuidarla.
Durante el embarazo, nunca recibió información clara ni orientación. “Me decían ‘tómate este medicamento y evita tales alimentos’, pero no me contaban más sobre el VIH”.
Aislada, aterrorizada de que su hijo también fuera discriminado, decidió encerrarse en sí misma y ocultar su diagnóstico. “Si a mí me discriminaban, iban a discriminar a mi hijo y eso me daba terror”.
“¿Cómo se te ocurrió embarazarte?”
La discriminación se intensificó en el momento más vulnerable, el parto. Francisca recuerda con tristeza la hostilidad de algunas profesionales. “¿Cómo se te ocurrió embarazarte? ¡Eres una inconsciente, tu hijo quedará huérfano!”, le dijo una enfermera.
Como si su sola presencia representara una amenaza, el personal médico la trató con temor y distancia. La anestesiaron sin más explicaciones. Al despertar, la matrona le informó: “Me dijo que estaba esterilizada, que ya no podría tener más hijos”.
Francisca no entendió del todo lo que había pasado. Pensó que era un protocolo estándar para mujeres con VIH. Nadie le explicó que su derecho a decidir sobre su cuerpo había sido vulnerado de forma irreversible.
“Esto tenía que saberse”
Pasaron años hasta que, en una sala de espera, otra persona viviendo con VIH la sacó de su ignorancia.
—¿Y tú lo pediste?
—No.
—Entonces eso no es legal.
Así empezó el camino de Francisca hacia la verdad. Se asesoró con la ONG chilena Vivo Positivo y con el Centro de Derechos Reproductivos (CDR), una organización internacional que la apoyó en su lucha judicial.
“No solamente se violó su consentimiento, sino que también existe una desinformación muy grande dentro del sistema de salud y en las instituciones”, señaló Carmen Cecilia Martínez, directora de Estrategias Legales del CDR.
Francisca, con un valor que solo puede tener quien ha sido silenciado tanto tiempo, decidió contar su historia: “Esto tenía que saberse –cuenta por primera vez durante la entrevista–; tenía que ser escuchada, aunque fuese bajo un pseudónimo. Lo hice por mí y por mi hijo”.
“Quería llegar hasta el final”
Tras no obtener justicia en tribunales nacionales, en 2009 presentó su caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). En 2017 viajó a Washington para declarar: “Sentí un gran alivio. En ese momento me sentí ganadora y con más ganas de seguir”.
Cuatro años después, el Estado chileno aceptó su responsabilidad y firmó un Acuerdo de Solución Amistosa. Incluía una disculpa pública, una reparación económica y reformas estructurales para evitar futuras esterilizaciones forzadas.
“Duele pensar que el Estado que tengo el honor de representar es responsable de estos casos y me comprometo a que, mientras gobernemos, daremos lo mejor para que nunca más se repita algo de estas características”, dijo el presidente Gabriel Boric en un acto público en 2022, al que Francisca asistió de forma remota.
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