La inteligencia artificial (IA) está marcando un hito en nuestra era tecnológica, y el profesor Carlos Ortiz, director de la división RCM Online del Recinto de Ciencias Médicas, lo sabe bien. Desde su rol como educador e investigador en inteligencia artificial y ciencia de datos, Ortiz ha estado en el centro de la revolución tecnológica que promete cambiar la forma en que vivimos, trabajamos y cuidamos nuestra salud.
En su división, Ortiz lidera esfuerzos para educar a los profesores en el uso de herramientas para cursos en línea, integrando las capacidades de la IA para optimizar los procesos de enseñanza. Sin embargo, su visión va más allá del ámbito educativo. Ortiz destaca cómo esta tecnología disruptiva está influyendo positivamente en la salud, el trabajo y la vida cotidiana de las personas.
“La inteligencia artificial no solo transforma la educación. Su impacto en la salud es monumental. Permite diagnósticos más rápidos y precisos, analiza imágenes radiográficas con un nivel de detalle que el ojo humano no puede alcanzar y optimiza el manejo de datos clínicos”, explica Ortiz. Un ejemplo concreto es el análisis de radiografías, donde la IA, tras haber «visto» millones de imágenes de tumores, identifica patrones invisibles para el ojo humano, proporcionando información crucial para los médicos.
A pesar de estos avances, Ortiz recalca que la IA no sustituye al ser humano, sino que lo complementa. “El ser humano sigue siendo fundamental. Las decisiones finales, sobre todo en salud, requieren el juicio de un experto que considere no solo datos técnicos, sino también el contexto ético y humano del paciente”, afirma. La IA, en este sentido, se presenta como una herramienta para potenciar el trabajo humano, no como un reemplazo.
El profesor también enfatiza la importancia de una implementación ética de la IA. A medida que su uso se expande, es vital garantizar que esta tecnología beneficie a las personas sin poner en riesgo su privacidad ni generar desigualdades. “El elemento ético es clave para integrar la IA de manera responsable, sobre todo en áreas sensibles como la salud”, añade.
Mirando hacia adelante, Ortiz introduce el concepto de agentes de inteligencia artificial, una tecnología emergente que promete automatizar procesos rutinarios en empresas y organizaciones. Estos agentes, diseñados para ejecutar tareas repetitivas, liberan a los trabajadores humanos para que puedan concentrarse en actividades más creativas y estratégicas. Sin embargo, su implementación también requiere supervisión humana para garantizar que los resultados sean precisos y confiables.
“Esta evolución no debe generar miedo, sino motivar a las personas a capacitarse más. La inteligencia artificial es una herramienta diseñada para potenciar nuestras habilidades, no para reemplazarnos”, asegura Ortiz. Para aprovechar al máximo su potencial, es necesario que los profesionales de todos los sectores se familiaricen con esta tecnología y aprendan a integrarla en sus actividades diarias.
Además del ámbito profesional, la IA está transformando la vida cotidiana, desde asistentes virtuales que optimizan tareas en el hogar hasta aplicaciones que personalizan experiencias de compra y entretenimiento. Ortiz señala que estamos solo en el inicio de esta revolución tecnológica, y que en los próximos años veremos avances aún más sorprendentes.
Con un enfoque en la capacitación y la colaboración, el profesor Ortiz invita a abrazar esta nueva era tecnológica con optimismo. “La inteligencia artificial es una herramienta poderosa que, utilizada de manera ética y responsable, puede ayudarnos a alcanzar nuevos niveles de productividad y bienestar”, concluye.
Esta reflexión no solo destaca el impacto actual de la IA, sino que también invita a imaginar un futuro en el que humanos y máquinas trabajen juntos para construir una sociedad más eficiente y equitativa.