Las dietas restrictivas implican la eliminación o reducción drástica de alimentos o grupos de alimentos específicos para lograr un objetivo de salud o de peso. Estas dietas suelen distinguirse por reglas y limitaciones muy estrictas.
Algunos ejemplos de estas dietas pueden ser la cetogénica o la dieta keto, la cual corresponde a la ingesta extremadamente baja de carbohidratos, alta en grasa y moderada en proteínas. También, está el ayuno intermitente, que se basa en comer en periodos de tiempo específicos: 16 horas de ayuno y 8 horas de comida. Otro ejemplo es el detox a base de jugos o reemplazar las comidas con jugos para desintoxicarse o perder peso.
Otras son las dietas extremadamente bajas en calorías, así como limitar la ingesta de calorías a niveles muy bajos como 800 calorías por día. “Las ventajas pueden ser pérdida de peso inicial rápida, objetivos claros que pueden facilitar su seguimiento a corto plazo, pero las desventajas muchas veces son mayores a las ventajas. Como por ejemplo que son insostenibles para la mayoría de las personas debido a las reglas muy rígidas”, explica la Lcda.
Las dietas restrictivas pueden conllevar un mayor riesgo de deficiencia de nutrientes, lo que a menudo resulta en la recuperación del peso una vez que se interrumpe la dieta. Además, estas prácticas pueden generar estrés psicológico, obsesión por la comida y relaciones poco saludables con la alimentación.
En contraste, la experta hace énfasis: “A diferencia de las dietas restrictivas los cambios de hábitos se centran en mejorar poco a poco los comportamientos diarios para crear un estilo de vida sostenible”. Este enfoque da prioridad a la salud a largo plazo en lugar de buscar resultados inmediatos en la pérdida de peso.
Ejemplos de cambios de hábitos:
- Control de porciones: Aprender a consumir porciones adecuadas en lugar de eliminar alimentos por completo.
- Alimentación consciente: Prestar atención a las señales de hambre, comer despacio y disfrutar de cada bocado.
- Incorporación de nutrientes: Agregar alimentos ricos en nutrientes, como frutas, verduras y cereales integrales, en lugar de enfocarse en lo que se debe eliminar.
- Movimiento diario: Incluir actividades sencillas, como caminar durante 10 minutos después de las comidas.
- Hidratación: Aumentar la ingesta de agua y reducir el consumo de bebidas azucaradas.
Adoptar estos cambios puede facilitar un camino hacia una alimentación más equilibrada y una vida más saludable. Al ser cambios sostenibles, se pueden adaptar a cualquier estilo de vida individual. “Si usted cambia de trabajo lo puede adaptar. También, aumenta una relación positiva con la comida, se centra en la salud y no solo es la pérdida de peso”, afirma la Lcda. Figueroa.
Otra gran ventaja de adoptar esta rutina es que le ayuda a prevenir enfermedades crónicas como la diabetes o la enfermedad cardíaca, pese a que puede observar resultados mucho más lentos en comparación con las dietas respectivas.
“La clave va a estar en la mentalidad. Las dietas restrictivas suelen considerarse una solución temporera, mientras que los cambios en estilo de vida son un compromiso con la mejora continua de tu salud. Y recuerda que los resultados de una dieta restrictiva pueden desaparecer tan pronto como dejas la dieta”, finaliza la nutricionista
Los cambios en el estilo de vida fomentan beneficios duraderos para la salud. Con el tiempo, este enfoque no solo ayuda a mantener un peso saludable, sino que también te va a ayudar con tu salud mental, los niveles de energía, y una relación más agradable con la comida.